¿Samborondón se deteriora?
Las autoridades deben actuar de inmediato, sobre todo en la seguridad, antes de que la delincuencia se salga totalmente de control.
Recorrer la vía a Samborondón era iniciar un paseo de varios kilómetros en los que el verdor y ornato eran los protagonistas. Árboles, palmeras, flores, aceras, bordillos, cercas… todo en perfecto estado. Los ingresos a las urbanizaciones y sus jardines exteriores enmarcaban la vía. Era notoria la diferencia con el resto de cantones vecinos, donde el cemento se impone. El tráfico también era menos complicado que en Guayaquil y los congestionamientos se daban básicamente a la hora de entrada y salida de los colegios. Sin embargo había una característica aún más importante: Samborondón era una zona segura, lo que hizo que muchísimos guayaquileños cambien su residencia a este sector en busca de tranquilidad y de poder dejar atrás los encierros tras rejas. Se podía parquear los carros en estacionamientos abiertos sin ningún peligro, y reunirse con amigos en una cafetería o restaurante era muy relajante, sin tener que estar pendiente de si algún sospechoso se acercaba.
Hoy las cosas están cambiando, aceleradamente, y no para bien. Tras la construcción del puente que lo une con Guayaquil y de los nuevos retornos en la vía, los parterres centrales y las veredas presentan muchos tramos en los que piedras, monte y tierra han remplazado al césped y a las plantas, y los árboles se ven secos y sin podar. Lo mismo ocurre con varios cerramientos de urbanizaciones, que antes lucían impecables y hoy están bastante descuidados.
El tráfico se ha incrementado, lo cual es inevitable por el aumento de la población que habita en el sector, pero es necesario un mayor control de la velocidad a la que circulan los autos, en especial en la noche, donde muchos exceden el límite permitido.
No obstante, la mayor pérdida es la de la seguridad. Los robos de carros en estacionamientos de centros comerciales e incluso en el parqueadero de una iglesia, asaltos en restaurantes, robos en casas y hasta un asesinato por sicariato han dejado en el olvido al antiguo oasis que era Samborondón.
Las autoridades deben actuar de inmediato, sobre todo en la seguridad, antes de que la delincuencia se salga totalmente de control.