Zombis

Parece que estamos dormidos… ¿No queremos despertar a la realidad?
Nos preparamos para un nuevo fin de semana y alrededor de mundo no paran los incendios forestales, ni las inundaciones, ni las lluvias torrenciales… Ucrania supera ya los seis meses defendiéndose de Rusia… En Nicaragua se persigue a sacerdotes, en Cuba se castiga a manifestantes y en Venezuela las cosas no mejoran, pero se disimulan porque todo se transa en dólares. Tal vez viajemos a la playa, o a la sierra. O quizá nos quedemos en la ciudad a descansar del ritmo imparable del trabajo de lunes a viernes. Como hacemos semana tras semana y mes a mes del año. Nos sumergiremos más en la desconexión. Parece que estamos dormidos… ¿No queremos despertar a la realidad? Quienes seguimos con atención los malabares de los políticos del país para no perder el poder estamos asqueados, pero más que nada desesperanzados al ver que todos los estamentos del Estado están tomados por la corrupción y que por ello no hay justicia ni ley que nos resguarde, ni fuerza que nos proteja de tanta violencia y delincuencia, ni una luz que señale el camino para salir de la gran tragedia que implica ser un país dominado por el narcotráfico y con una juventud esclavizada por la drogadicción. Pero una gran parte de los ecuatorianos no experimenta esa desesperación. La mayoría no alcanza a vislumbrar el terrible futuro al que se encamina el país porque su prioridad es sobrevivir hasta mañana. En este escenario nos acercamos a nuevas elecciones en las que este inmenso grupo votará solo para cumplir un requisito, por aquellos a los que más o menos identifique o por los que le ofrezcan la solución mágica -aunque improbable y seguramente embustera- con la que sueña superar su agobiante presente. El panorama pinta desastroso y sin embargo no es lo peor que nos sucede. Cinco personas perdieron la vida y otras más sus hogares -y sobre todo la paz- en la explosión del Cristo del Consuelo; y un niño de ocho años perdió su inocencia violado en una escuela en Mapasingue. No hubo un rechazo masivo. Ya no bastan los sicariatos a diario ni las matanzas intermitentes en las cárceles para conmovernos. Ni ante el drama local ni ante la amenaza global reaccionamos. ¿Habrá algo todavía que logre remecernos?