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Deslaves de la estación invernal

Avatar del Nelly de Jaramillo

Gobernar es sobre todo servir, y hacerlo oportunamente, además de rendir cuentas de ello

Este año la estación invernal pegó con tanta fuerza en el país que causó desastres, con su cuota de muertos y pérdidas materiales, por lo general difíciles de reponer. El aluvión que devastó La Gasca y parte de La Comuna en el noroccidente de Quito, esa gigantesca masa de lodo y troncos que arrasó con todo en las faldas del Pichincha el lunes 31 de enero, es algo que podía preverse que podría pasar, porque el suelo no es rocoso y firme, y más si está entre quebradas o cercano a alguna, que en las faldas del Pichincha son profundas y cubiertas de maleza; es fácil caer en ellas aún en la estación seca, con graves consecuencias. Hasta el 4 de febrero eran 25 los fallecidos, más 6 desaparecidos, en tanto seguían las labores de búsqueda; además de 53 heridos, la mitad de los cuales ya había sido dada de alta en los hospitales de la zona. El alcalde de Quito, Santiago Guarderas, decretó tres días de duelo y expresó su solidaridad con las familias de las víctimas a las que desde luego tendrá que ayudar, pues se quedaron sin hogar o perdieron sus negocios, incluido un emprendimiento tecnológico de fibra óptica. Según un catastro preliminar de la Cámara de Comercio de Quito (CCQ), unos 200 negocios fueron afectados.

Quizá por esos datos, moradores de Urdesa Norte, poniendo sus barbas en remojo, ante corrimientos de tierra por las fuertes lluvias que están cayendo y que han empezado a afectar las bases de sus edificios o departamentos, piden que la alcaldesa y Municipalidad intervengan con urgencia y efectúen las obras necesarias para proteger o evitar que algo parecido a lo ocurrido en Quito se produzca en esta ciudad, como el tramo de la acera de la calle Leonor Santana, en Lomas de Urdesa, que está en el aire, sin que nadie se atreva siquiera a caminar por ella por el deslizamiento de tierra que allí existe.

A la Alcaldía de Quito le corresponderá tomar a su cargo como tarea urgente el mantenimiento y limpieza de las numerosas y peligrosas quebradas que existen en las faldas de las hermosas montañas que son parte ya de la urbe capitalina. Gobernar es sobre todo servir, y hacerlo oportunamente, además de rendir cuentas de ello.