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Impuesto de los países ricos

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"La competencia fiscal y la existencia de paraísos de baja tributación son un obstáculo demasiado poderoso para encarrilar la recuperación pospandémica"

Por años los gobiernos de países pobres de todo el mundo, para tratar de acortar aunque sea en mínima parte la colosal brecha entre sus economías y las de los países más desarrollados, han pedido que se establezca un impuesto a pagar por los más ricos en beneficio de los más pobres, más allá del Fondo Internacional de Desarrollo establecido por las Naciones Unidas con ese propósito que, de hecho, derivó en un subsidio misérrimo de las grandes potencias, que no se aproxima siquiera a los daños causados por las guerras impulsadas por esas mismas potencias, con lo que la cadena de pobreza se agrava al extremo para las víctimas se esas acciones. (Piénsese por ejemplo en los bombardeos israelíes sobre el gran ghetto en que se ha convertido Gaza). 

De ahí probablemente salga, en parte como un reclamo de consciencia y remordimiento en lo que les puede tocar de este cuadro devastador, el “pacto histórico” que las potencias que integran el G-7, es decir las 7 mayores economías del mundo, han firmado en Londres hace un par de semanas, comprometiéndose al pago de un impuesto mínimo de sociedades de “al menos un 15 %” y la imposición a las empresas con márgenes de beneficios superiores al 10 % de que paguen por lo menos una parte que no podría ser inferior al 20 % de los impuestos sobre los beneficios globales de sus impuestos en los territorios en que operen, y no donde tengan su sede. El ministro británico de Finanzas habría adelantado que el acuerdo requerirá que los gigantes tecnológicos multinacionales hagan una mayor contribución fiscal.

La razón principal del acuerdo según los países del G-7 sería haberse dado cuenta de que la competencia fiscal y la existencia de paraísos de baja tributación son un obstáculo demasiado poderoso para encarrilar la recuperación pospandémica. Pero cualquiera que fuere la razón, ese acuerdo nos favorece como “territorios” donde operan esas grandes compañías tecnológicas, de cualquier tipo. El rubro impositivo del 15 % además solo marcaría un mínimo, lo que abre la puerta a elevarlo, como había propuesto Estados Unidos.