La resistencia
“Seamos realistas, pidamos lo imposible”.
Haciendo el balance usual del año por terminar, podríamos resumir que ha estado marcado por la resistencia de los movimientos populares a los gobiernos o, modelos o sistemas de gobierno, sin haber logrado los cambios que perseguían.
Así sucedió en nuestro país con el levantamiento popular en Quito y posterior marcha nacional indígena, que terminaron como siempre con el recrudecimiento de la persecución anticorreísta emprendida por Lenín Moreno, cuya subliminal consciencia de su traición al líder le hace ver su sombra en cualquier manifiesto de oposición a sus tambaleantes actos de gobierno, al punto de haber obligado a varios de sus dirigentes a tener que pedir asilo en la embajada de México.
El levantamiento popular en Chile fue más radical, contra la monstruosa brecha del sistema del que se gloriaba ser el modelo de la democracia neoliberal en América Latina, y que no se ha saldado en forma alguna pese a la bárbara represión de la policía, que sigue siendo pinochetista, y a las tibias propuestas de convocar al pueblo para que se pronuncie en referendo si quiere una asamblea constituyente, otro ardid de Piñera, que se acostumbró al poder. De Bolsonaro en Brasil, mejor no hablar; su prepotencia y rusticidad no admiten crítica y menos diálogo. Pero no podemos callar la vergüenza sin nombre del sucio golpe de Estado forjado contra Evo Morales y la intimidación abierta contra el orden de sus sucesores, hasta ir a parar en Añez, que está haciendo todos los ajustes posibles para que en las próximas elecciones no participe Evo y no vuelva a triunfar ningún líder indígena, en el único país en América con decidida mayoría de su población originaria.
En Uruguay, tras un gobierno socialista de 14 años, triunfó la derecha pero ese es un país civilizado y es de esperar que la derecha no sea la que domina en otros países de Latinoamérica, donde el triunfo de Alberto Fernández -Cristina Fernández sobre el fascista Mauricio Macri, nos permite la esperanza. Y tendrán que seguir resistiendo los migrantes en la frontera sur con los EE.UU., a pesar de Trump. Como los kurdos en Siria ahora contra Erdogan. Y los “chalecos amarillos” en Francia, siempre contra el sistema, con el espíritu del Mayo parisino que no muere: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”.