Paúl Palacios: El poder
Sin pensar siquiera en el poder de la inteligencia artificial, el poder actual del individuo requiere repensar la educación
Si algo ha cambiado de manera vertiginosa es la creciente capacidad del ser humano, la persona común, en cuanto a su poder. Hoy las posibilidades de que cualquiera pueda causar daño o, por el contrario, hacer el bien, son infinitamente mayores que hace 10 o 20 años, no se diga hace 100.
El acceso malicioso a las redes sociales puede provocar pánicos financieros en poco tiempo, perjudicar la honra o simplemente desinformar. Pero también ese acceso a las comunicaciones puede construir el bien a través de la reacción rápida de asistencia en caso de catástrofes, por citar un ejemplo.
La capacidad que hoy tiene un niño o un adolescente para ingresar en sistemas complejos de comunicaciones, energía o servicios básicos, y paralizarlos, nos debe hacer pensar en cómo estamos construyendo la educación, los valores y estimulando las conductas positivas de nuestra niñez. Pero quizá esos escenarios que parecen tan de ciencia ficción los cambiemos por otros: el poder de quien conduce un bus en una carretera; el poder de quien le otorga la licencia de conducir a ese conductor; el poder de quien admite un trámite en una dependencia pública; el poder de quien dice qué se pone y qué se omite en una reseña de prensa; el poder de quien administra justicia; el poder de recetar o entregar un fármaco. ¿Estas personas recibieron de sus padres la educación y el consejo sobre cómo administrar sus capacidades para hacer el bien o el mal? ¿Estamos hoy enseñando a nuestros hijos, o influyendo en nuestro entorno en cómo mejor obrar con el poder que cada uno tiene o tendrá? ¿Qué estamos haciendo en las escuelas, colegios, e incluso en las universidades, para educar en el uso útil del poder? ¿Administramos nuestro poder, pequeño o grande, con sabiduría?
No hay forma de construir una sociedad donde un policía resguarde a cada persona, y no hay un sistema perfecto que inhiba coercitivamente las conductas indebidas; es la conciencia individual lo que nos protegerá a unos de otros, y en ese camino todos tenemos una responsabilidad, no importa quienes seamos. Además, ¿quién nos cuidaría de los policías?