Paul Palacios: Argumento falaz

Los intereses económicos detrás de proponer no pagar la deuda externa son inmensos
En la columna anterior expusimos las consecuencias que para un deudor, en este caso una nación soberana como Ecuador, tenía no honrar sus compromisos. También expresamos que uno de los argumentos de quienes perseveran en el círculo vicioso de estigmatizar el pago de la deuda externa es que se enriquece a los tenedores de deuda y a los banqueros. El punto es que no pagarla puede ser una estrategia de enriquecerse como consecuencia de la manipulación del precio, beneficiando por lo general a quienes pregonan su mora con ropaje patriótico.
Lo explico: los mercados de deuda externa, generalmente tienen instrumentos de ‘venta en corto’. Esto significa que sin tener un solo dólar en bonos, se puede vender a un precio determinado si la expectativa es que el precio caerá. Cuando el precio disminuye, quien vendió en corto compra para ‘cubrir su posición’. Al haber vendido a un precio superior y comprar posteriormente a un precio menor, la diferencia es una ganancia para quien lo realizó.
Cuando no existe un instrumento de venta en corto explícito en un mercado, un participante puede proponerle a un tenedor de deuda ‘el alquiler temporal de sus títulos’. Tomados los títulos, los vende al mercado, y cuando su precio cae, nuevamente los recompra, ganando la porción de diferencia de precios, y los devuelve de quien tomó alquilados los bonos.
¿Recuerda el lector aquella conversación hace lustros donde alguien le proponía a un ministro de Estado manipular la deuda? Es exactamente eso. Todas estas personas que pregonan el no pago de la deuda porque hay ‘prioridades sociales’, caen en dos grupos: los ingenuos que creen que los ciudadanos pobres se benefician más si el país no paga, lo cual como sabemos es una falacia, y aquellos que son parte del entramado para manipular el mercado y que buscan enriquecerse, ilegítimamente, ellos y sus compinches.
Las ganancias de ventas en corto son exponencialmente mayores que las de transacciones físicas abiertas, y hacer que caiga el precio es más fácil que hacerlo subir, desde la connotación política. No se coman el cuento de los patrioteros.