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Paúl Palacios: BRICS+

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Los BRICS+ sin duda conforman una alianza fuerte económicamente en el papel

Desde la reunión de los BRICS+ de octubre pasado en Kazán, capital de la República de Tartaristán, integrante de la Federación Rusa, parece más relevante evaluar el poder para generar un entorno de bipolaridad geopolítica.

Su origen data de inicios del siglo XX, cuando un conjunto de economías emergentes, por entonces Brasil, Rusia, India y China, pretendieron constituirse en polo de contrapeso al grupo de los G-7, integrado por las grandes economías del planeta.

Con la inclusión de nuevos países como Sudáfrica, Irán, etc., el grupo de países alcanza aproximadamente el 35 % del PIB mundial y casi el 45 % de la población. Hoy aún existe un importante liderazgo de EE. UU., la Comunidad Europea, Japón, y otros países de la órbita pro-Occidental como Corea del Sur y Australia, pero los países del BRICS+ muestran mayores tasas de crecimiento económico, particularmente impulsados por China y últimamente por India.

No es difícil pensar que a tan solo 25 años, basados en la reciente historia, las proporciones podrían ser muy diferentes. Sin embargo, ¿es sostenible tal nivel de crecimiento económico?, ¿qué podría pasar en estas próximas dos décadas?

No parece posible que China pueda seguir creciendo a unas tasas explosivas sin una reforma de integración democrática más amplia. Es el capitalismo el que ha llevado a China a donde está, pero ese mismo capitalismo para ser sostenible requiere el condimento democrático, y hay que ver si el partido en el poder chino está dispuesto a ese cambio. 

De otra parte, las rampantes tasas de crecimiento de la India se topan con su estructura de castas, la cual hace complejo el abandono de la extrema pobreza de gran parte de la población, sin contar en ello los temas ambientales.

En efecto, y como bloque son fuertes y lo serán más aún quizá, pero está en duda si serán hegemónicos: India y China tienen diferencias territoriales no resueltas, Brasil estará siempre supeditado al péndulo de su política, Rusia será otra después de Putin, y ninguno ha resuelto la ecuación musulmana con Irán, por ejemplo.

No es tiempo de descuidarse para EE. UU. y Occidente.