Paúl Palacios: Cargamontón

Maquiavélicos, aprovechándose del dolor de familias y de la comunidad toda, se lucran para sus réditos políticos
Tristemente se conoció que los restos encontrados corresponden a los cuatro menores de edad que fueron detenidos por elementos de la fuerza pública. Esta es una tragedia que nos debe hacer reflexionar a todos, sin distingo: qué nos ha traído hasta aquí.
No se puede señalar, con la evidencia pública del hecho, quién asesinó a esos jóvenes, sino hasta que la justicia lo determine, pero sí se puede ver que hay inescrupulosos que están sacándole provecho a la tragedia. Sin el menor respeto para las familias sumidas en el dolor, se montan en el hecho para lograr regalías políticas.
No tengo pruebas, pero me caben pocas dudas de que algunos hilos los mueven los grupos delictivos para desprestigiar a las FF AA. Buscan convencer a la opinión pública de que lo ocurrido es un acto institucionalizado y que la represión es una política de Estado. Seguro habrá alguien que legítimamente, en su indignación, exprese su repudio al uniforme, pero de ese sentimiento a aglomerarse para buscar linchar a quienes buscan a costa de sus vidas, de su historia de respeto a los derechos humanos, sostener al país en medio de esta guerra, raya en lo maquiavélico.
Este horrendo acontecimiento es la oportunidad perfecta que estaban esperando los que desean apropiarse del país, para desmoralizar y dinamitar lo poco de institucionalidad que nos queda. No se engañen, no van a descansar en ese propósito.
Que en las FF.AA. hay malos elementos, así es. Que deben hacer una revisión de sus procedimientos, deben hacerlo. Que deben mejorar su capacidad de contrainteligencia, sin duda. Pero de aquello a pretender tacharlas de una organización delictiva más, es una burla a la ciudadanía.
Soy padre, no quiero imaginar el dolor que sienten los padres de esos muchachos, y cualquier padre en este país que pueda pasar por lo mismo. Si no trabajamos como nación unida para evitarlo, seguiremos en este ambiente de destrucción colectiva que algunos buscan.
¿Es político defender a una institución acosada por el cargamontón?, quizá no, pero callarse frente al intento de destruirla por descalificados y oportunistas, no está bien.