Paúl Palacios: Los Ceausescu nicas

El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, en su brutalidad autoritaria, pronto encontrarán la respuesta indignada de los nicaragüenses
Rumania es un hermoso país, y a pesar de haber vivido bajo el paraguas autoritario de la órbita soviética se mantenía un tanto distante de las atrocidades y oscurantismo que regían a los gobiernos de esa línea.
En 1965 Nicolae Ceaușescu accedió al poder en Rumania, y en la década de los años setenta y ochenta, convirtió a Rumania en un infierno. De la mano de su siniestra esposa, Elena, se dedicaron a reprimir, asesinar e imponer un régimen absolutista de terror.
El pueblo rumano se cansó, y con los aires de libertad que derrumbaron la Muralla de Hierro desde Berlín hasta Moscú, en diciembre de 1989 los Ceaușescu fueron derrocados, juzgados por sus atrocidades y ejecutados.
Por lo menos la primera parte de sus émulos latinoamericanos Daniel Ortega y Rosario Murillo se viene cumpliendo. Esta parejita de autócratas ha destruido la institucionalidad de Nicaragua, ha atacado y buscado destruir a cuanta organización diferente a su manera de pensar ha encontrado. Ha perseguido a la oposición política, ha expulsado a organizaciones no gubernamentales de asistencia social, ha cercado a la Iglesia católica al punto de impedirle romerías, y en su última acción de abuso, ha confiscado los bienes de Incae en ese país, y le ha retirado la personería jurídica.
La Escuela de Negocios Incae no requiere presentación ni lisonjas, pues ha impulsado desde su creación a inicios de los años sesenta, el desarrollo, la creación de empleo y la conciliación de los distintos sectores centroamericanos hacia una agenda de prosperidad. Incae, instituto del que me enorgullece haberme titulado, es la mejor escuela de negocios de la región, y para pena de los Ortega sobrevivirá robusta en su campus de Costa Rica y en la región toda donde lleve conocimiento.
Ojalá Ecuador tuviere la suerte de alojar una institución de esos quilates.
Los Ortega, sin embargo, correrán la suerte de los Ceaușescu cuando los nicaragüenses se cansen de aguantar sus abusos, pero para ser justos con la historia, la siniestra Elena no llega a los tobillos de la maldad de la ‘Chayo’ Murillo. El espejo la castiga cada día.