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Paúl Palacios: Cooperación por la seguridad

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El crimen transnacional solo puede ser combatido y vencido con el apoyo de los países que cuentan con más recursos y experiencia

En julio se anunció la firma de un memorando de entendimiento entre Ecuador y Estados Unidos con el propósito de establecer una hoja de ruta en la cooperación de ambos países para que el nuestro reciba ayuda en materia de seguridad. El documento establece asistencia en temas técnicos y equipos, busca el fortalecimiento de la capacidad operativa de nuestras Fuerzas Armadas, enfatizando la capacitación y entrenamiento del personal, así como la dotación de elementos materiales imprescindibles para lograr los propósitos de una lucha eficaz contra el terrorismo y el crimen organizado internacional.

Claramente nuestro país ha señalado que, destruida años atrás la capacidad de inteligencia de nuestras fuerzas del orden, con carencia de equipos y sin experiencia en contener una avalancha mafiosa sobre la nación, nos es imposible defendernos solos.

En agosto pasado, el acuerdo se amplió para que la asistencia cubra también el apoyo al sector judicial, buscando que los delitos transnacionales sean reprimidos, judicializados y condenados.

El 30 de septiembre, a partir de una nota en el Washington Examiner, se evidenció la posibilidad de que personal especializado de Estados Unidos actuara en el apoyo de nuestras fuerzas del orden directamente para reprimir en tierra y mar a la delincuencia. La ciudadanía aplaudió esa posibilidad, pero algunos, los de siempre, pegaron el grito al cielo por ‘la violación de la soberanía’. Son los mismos que auspiciaban que los narcoguerrilleros colombianos se tomen el norte del país, y que lloraban a Reyes en Angostura. Los mismos que no dicen una palabra cuando los narcos matan a quien se les cruce, extorsionan a gente humilde o ametrallan empresas. Son ellos, los que se escondían debajo de la cama en el Cenepa, mientras nuestros soldados se paraban firmes en la frontera.

La soberanía es el derecho a la libertad, al libre tránsito, al libre emprendimiento, a la paz digna sin transar con los delincuentes. Estos cómplices de la delincuencia seguramente hubieran hecho huelga de hambre cuando los gringos apoyaban a los ingleses y franceses contra los nazis. Patéticos.