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Paúl Palacios: Debes creértelo

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El primer paso para cambiar nuestra realidad es cambiar nuestra mentalidad, creernos capaces en todos los campos

Hace unos días la selección de fútbol de mayores enfrentó a la muy prestigiosa selección argentina. Nuestro equipo venía pasando un mal momento: un desafortunado primer partido con Venezuela, una victoria con una Jamaica de pocos pergaminos y el empate con México, donde el equipo se escurrió atrás a defender un marcador que lo clasificaba a cuartos de final.

El partido con Argentina era de resultado previsible. Campeones del mundo, campeones de América, Messi, Martínez, y muchos más. Al saltar a la cancha nuestros jugadores se plantaron, defendieron, atacaron y encararon como grandes estrellas. Respetaron al contrincante, pero no se amilanaron, hasta el punto de tenerlo contra las cuerdas en el segundo tiempo, y empatarlo a un tanto. En la lotería de los penales, no nos sorteó el número, pero todos quedamos satisfechos de perder peleando; mucho más que empatar con México y pasar.

Los jugadores se la creyeron posible, se creyeron capaces, se les subió la confianza de poco más abajo de la cintura al corazón y no dieron tregua.

Yo no cuento con frecuencia que a los 22 años, al terminar mis estudios universitarios de pregrado, fui a Suecia a un periodo combinado de estudios y trabajo. Confieso, a pesar de jamás sentirme antes más o menos que nadie, que era un país tan perfecto, con toda esta gente alta mirándome educadamente hacia abajo, llegando a pensar que razón había de que ellos sean los desarrollados y nosotros no.

Al poco tiempo me di cuenta de que no eran mejores, por el contrario, la posibilidad de trabajar más horas con hambre de ser, la voluntad y la constancia, harían que pronto los ‘carapálidas’ tengan respeto por el ‘sudaca’.

Dusan Draskovic tuvo esa magia en su momento: convencer a nuestros jugadores, la mayor parte de origen muy pobre, de que no eran menos que cualquiera en la cancha.

El subdesarrollo y los complejos están en nuestras cabezas, y el primer paso es sacarse eso de encima y creérnosla posible. Si creemos que somos capaces o incapaces, siempre tendremos razón.

Que se ponga al frente cualquiera, somos Ecuador, y ¡podemos ser un Ecuador potencia!