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Paúl Palacios: El defensor del paciente

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En algunos países existe la función de ‘defensor del paciente’ como alguien independiente que vela por los derechos

En el sistema de salud norteamericano, así como en países de la Comunidad Europea, existe la institución del ‘defensor del paciente’. La persona que ejerce esta función tiene variadas responsabilidades: desde recibir las quejas de los pacientes por maltrato en un hospital o negligencia, hasta en algunos casos asistir al paciente con información sobre sus derechos y responsabilidades, y en ciertas situaciones extremas ayudar a la familia del paciente en canalizar apoyo emocional, por ejemplo.

En un sistema de salud donde se trata posiblemente lo más delicado con lo que cuenta un ser humano, se espera siempre que la asistencia de quien presta los servicios médicos sea empática, eficiente e informada. Lo anterior no siempre ocurre, incluso -no es de extrañarse- en los países más desarrollados y con mejores sistemas de salud, y es entonces donde interviene el ‘defensor del paciente’, para cuidar esos derechos.

Su posición es y deber ser, independiente de la línea vertical de mando en la institución, pues de lo contrario no puede tener libertad de observar procedimientos o situaciones equivocadas. ¿Podría un sistema así funcionar en nuestro país? No me refiero exclusivamente a los prestadores públicos de salud, sino a los privados también, pues a veces la competencia no es un elemento suficiente para proveer un servicio de calidad.

Cuántas personas reciben citas médicas para mucho tiempo después de haber sido solicitadas en el sistema público de salud, o simplemente no reciben los medicamentos para su tratamiento. ¿A quién pueden recurrir? Es una falacia que existen auditorías internas, pues la evidencia muestra que no funcionan. ¿Significa más burocracia que tenemos que pagar los contribuyentes? Quizá, pero ahí donde hay un ‘defensor del paciente’ en los sistemas públicos, alguien es imputable y paga sus errores. Me atrevo a decir lo mismo en los sistemas privados, porque a pesar de que en general el trato es mejor y la atención más eficaz, no dejan de existir abusos a veces.

Alguien dirá que es la puerta del chantaje; hagan su trabajo bien y nada hay que temer.