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Paúl Palacios: Fentanilo

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El fentanilo está destrozando vidas más violentamente que cualquier otra droga, pero además está produciendo cambios en el tablero de la criminalidad

En este día 300 jóvenes morirán por el uso de fentanilo en los Estados Unidos, y otros miles iniciarán su camino hacia la muerte o la destrucción permanente de funciones básicas.

El fentanilo es un opioide utilizado farmacéuticamente para tratar dolores intensos, en especial luego de intervenciones quirúrgicas o por los estragos de dolor que producen los estados muy avanzados de cáncer. Es también producido de manera clandestina y utilizado por jóvenes, en muchos casos niños y cada vez más adultos, produciéndoles una sensación de sedación, con efectos mucho más potentes que la morfina o la heroína. Por lo extremadamente potente de su efecto, es generalmente mezclado con otras drogas, agravando los efectos neurológicos, respiratorios y motrices.

El fentanilo usado por fuera de las normas médicas es una bomba brutal para el cerebro, provocando daños irreversibles y en muchos casos, como se ha anotado, conduce a la muerte.

El uso de esta droga, más popular por su bajo precio, se ha concentrado en los Estados Unidos principalmente, pero empieza a introducirse en Europa, y no tardará en llegar a nuestro país.

Si bien el tema del fentanilo es un asunto de salud pública, parte de la violencia y criminalidad que estamos viviendo en el país es consecuencia precisamente de las peleas de las organizaciones delictivas para introducir en ciertos países este tipo de droga, donde estos son territorios de bandas rivales.

El reducido costo de estos opioides en comparación con el costoso proceso de producción, transformación y comercialización de la cocaína está generando un impacto disruptivo en la criminalidad en torno a estas actividades.

Esta columna pretende una vez más, hacer un llamado a las familias para prevenir las causas que conducen a sus miembros más vulnerables al uso de sustancias ilícitas que produzcan bienestar temporal compensatorio, y a las autoridades a observar el tema de las drogas no solo desde el ámbito policial, sino de salud pública.

Estoy seguro de que nos libraremos de la criminalidad en algún momento, pero no recuperaremos a los jóvenes perdidos en la droga.