Paúl Palacios: Globalización

La globalización ha tenido un impacto inmenso en el bienestar de la humanidad, su reversión será costosa
Durante los últimos 50 años el mundo emprendió un acelerado proceso de globalización. Este evento se precipitó con la caída del Muro de Berlín y el giro de los países de la órbita soviética hacia una línea ideológica de mercado.
La esencia de la globalización es el énfasis en la complementariedad de los países a partir de sus ventajas competitivas y de sus posibilidades. La integración se ha venido produciendo en lo económico, tecnológico, cultural y político.
Un efecto de la globalización ha sido la estructuración de la Unión Europea, la mutación de China desde una perspectiva comunista cerrada a convertirse en un gigante del comercio mundial, el desarrollo fulgurante de los ‘tigres de Asia’, el crecimiento de India, y el mejoramiento a lo largo del planeta de los principales indicadores de calidad de vida.
Conceptos como soberanía alimentaria, energética y tecnológica, pasaron a ser menos importantes, pues se suponía que la integración permitiría suplir los espacios de debilidad a cambio de ofrecer compensarlos con los espacios propios de fortaleza. De manera tangible para el consumidor eso significó que cuando se calza hoy un par de zapatos, quizá el diseño sea italiano, el cuero sea francés, los cordones sean indios, el financiamiento sea suizo y el armado sea chino.
La perspectiva nueva de la administración de EE.UU. cambia sustancialmente esa tendencia, y a pesar de que el mundo tiene una inercia provocada por la globalización, el tamaño de importancia de la economía norteamericana es vital como motor del entorno. El cambio de modelo de este país, bajo la perspectiva de crecimiento desde adentro, sustituyendo importaciones industriales, es una patada al tablero.
La crudeza con la que se ha planteado esa posibilidad, y las consecuencias en las decisiones de todos los países respecto de ‘valerse por sí mismos con lo que tengan para sí’, es un cambio que nos obliga a todos a repensarnos.
Intuitivamente creo que nos saldrá todo a todos más caro, seremos menos eficientes y poco capaces de afrontar amenazas compartidas. El punto es si va de largo o durará solo cuatro años.