Paúl Palacios: ‘Ikigai’
Los japoneses no vagan como zombis sin un rumbo; en su cultura está remarcado que las personas tengan un propósito
Hace unas semanas escribí sobre un concepto de la cultura japonesa. Hoy, creyendo que hay muchísimas cosas que nos pueden ser útiles para nuestra vida diaria, comparto un nuevo concepto: el ‘ikigai’.
Esta palabra viene de la composición de ‘iki’, que se podría traducir como ‘vida’, y ‘gai’ que significa ‘deseo’. Sin ser una traducción perfecta, para simplificar, ‘ikigai’ representa nuestro deseo de vida o nuestra razón de ser. En la idiosincrasia japonesa, el ‘ikigai’ significa aquella decisión personalísima que nos identifica en la razón de ser, la razón de vivir para algo.
En una empresa, dijéramos que es la visión de sí misma, expresada en pocas palabras. En el caso de una persona, es un poco más complejo, porque las personas tenemos muchas aristas de vida: familia, trabajo, religión y espiritualidad, amistades, etc. Entonces, el ‘ikigai’ al final del día termina siendo una definición que nos identifica como una huella digital, y que nos hace afrontar una responsabilidad ante nosotros y ante la sociedad como una especie de marca.
Este concepto es el que nos da la fuerza para levantarnos cada día a enfrentar el mundo; es el ideal que nos hace sentir valiosos y que los actos de nuestras vidas sean fertilizados por esa voluntad.
Para algunos será lograr que sus hijos alcancen la libertad que ofrece una buena educación, y trabajarán cada día hasta el fin, para ese propósito. Para otros será simplemente superar una adversidad física congénita, al punto de que no impida una vida productiva. Para otro será un sueño ambiental, o un objetivo de impacto social. Posiblemente para alguien su ‘ikigai’ será su devoción por el país, y abandono de todo por ese propósito.
Lograr una identidad fuerte en los últimos años de la adolescencia, un ‘ikigai’ para un joven, lo protegerá de las tormentas que deba enfrentar. Sin lograr ese propio rumbo, su nave puede ser víctima de cualquier viento.
Quizá debemos empezar preguntándonos, cuál es nuestra propia razón de ser, propósito de vida. Posiblemente entonces podamos coincidir en la razón de algunos o muchos, para ponerle los hombros al país.