Paúl Palacios: El insecticida
La muerte ‘natural’ del activista de la oposición rusa Alekséi Navalni, es un explícito mensaje para quien se oponga al zar
Hace pocos días murió el activista político Alekséi Navalni en la cárcel IK-3 de Jarp, Rusia, cercana al círculo polar ártico. Navalni mantuvo una posición política contraria al régimen de Putin, y postulándose para alcalde de Moscú hace diez años logró el nada despreciable 27 % de votos. Su discurso se fundó en investigar el entorno del jerarca ruso, las empresas públicas con las que la élite hacía negocios, la corrupción, y en definitiva la falta de transparencia en la administración de fondos públicos. Fue víctima de intentos de envenenamiento, como se comprobó en 2020 cuando Navalni fue trasladado a Berlín desde Siberia en un avión de asistencia humanitaria. El activista que regresó a Rusia en 2021 fue encarcelado al cruzar el control migratorio. Se le culpó de haber fugado e incumplir una condena que las autoridades rusas insistían en que debía purgar. Un año después fue condenado nuevamente, pero esta vez por fraude y desacato a nueve años de prisión.
Navalni desde el inicio de su carrera política fue estigmatizado por ir en una dirección contraria a la corriente autoritaria del jerarca: luchaba por una justicia independiente, transparencia en el manejo de los recursos públicos, independencia de poderes y el cese de la persecución a opositores políticos, entre otros postulados. ¿Les suenan familiares los objetivos y la represión a estos?
Finalmente, Navalni murió; él sabía su destino al regresar a Rusia, su entorno lo sabía. No murió al suicidarse tirándose del piso 20 de algún edificio, como suelen suicidarse los caídos en desgracia contra el Kremlin, porque la cárcel de Jarp no era tan alta. Tampoco se suicidó con tiros por la espalda como Anna Politkóvskaya y Stanislav Markélov; no, Navalni murió de causas naturales, según las autoridades rusas.
Bueno, es natural morir en Rusia si no se es afecto al régimen. ¡Ah, pero por qué insecticida en el título!: Vladímir tiene el poder de liquidar como un químico nocivo a todo lo que se ponga en frente, incluso a la mosca Megaselia scalaris que afectaba las exportaciones de ciertos bananeros ecuatorianos, de un solo plumazo.