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Paúl Palacios: Un mes

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A un mes de las masacres provocadas por Hamás, la ingenuidad de muchos cree que los fanáticos islamistas van a parar cuando destruyan Israel

Hoy se cumple un mes del abominable acto terrorista de Hamás, que ha costado la vida a centenares de israelíes en ese día y después, y a centenares de palestinos en los días subsiguientes.

Hasta hoy se mantienen como rehenes a decenas de niños, mujeres y ancianos; posiblemente algunos que lo fueron al inicio, hoy han perdido la vida. Hamás quiso eso, causar una masacre, esperar la obvia reacción de Israel, llamar la atención y victimizarse para involucrar a otros Estados en sus propósitos. No le han interesado las penurias que vive y vivirá la nación palestina, porque su obsesivo propósito es la destrucción del pueblo judío, ya no solo del estado de Israel, olvidándose del dolor de quienes dice de la boca para afuera defender.

En septiembre de 1982 se produjo la masacre de Sabra y Shatila, en medio de una guerra en Líbano, con distintas facciones religiosas. Por entonces fueron la Falange Libanesa (cristiana) e integrantes del Ejército del Sur de Líbano los actores directos de esa atrocidad. Investigaciones posteriores dieron cierto grado de responsabilidad al ejército de Israel al no evitar los hechos, incluso con la sospecha de que conocían lo que ocurriría.

Yo por entonces era estudiante universitario y escribía para un pequeño semanario, y protesté con mi pluma por lo ocurrido, señalando el hecho como abominable y a sus responsables.

En aquel momento eran cristianos los actores malévolos y los de la vista a otro lado israelíes, y había que señalar el hecho como abominable.

Hoy vemos con tristeza que muchos medios atacan a Israel por el mero hecho de ser Israel, al realizar una legítima represalia, pero más aún, al buscar aplacar la fuente de futuros actos de violencia, sin que esos medios tengan una sola palabra de señalamiento al origen de los actos del 7 de octubre. Cuando se los señala por su doble rasero, acuden a justificaciones bíblicas o milenarias.

Así las cosas, la paz que ansían los pueblos israelí y palestino no va a resolverse pronto, porque los extremistas están usando la situación para pescar en río revuelto, y se frotan las manos con cada muerto.