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Paúl Palacios: ¿Ovación de pie?

Avatar del Paúl Palacios

El ciudadano común está harto de que el Estado no lo proteja, y esto nos está haciendo retroceder siglos en civilización

Hace pocos días, en medio de la atroz crisis de seguridad que azota al país, en Cayambe un individuo a quien la comunidad lo acusaba de haber dado muerte a un transportista fue linchado y luego colgado de uno de los balcones del edificio municipal. El edificio queda frente a la plaza pública, y por unas horas fue expuesto para que sea observado por la ciudadanía.

Al espectáculo medieval acudió una población harta de la violencia, y desde luego no faltaron niños y jóvenes.

Lo dijimos hace algún tiempo en esta columna, la falta de probidad de la justicia, la falta de firmeza del Estado y la concurrencia cómplice de no pocos en la ciudadanía, haría que la gente se tome la justicia por las manos.

Posiblemente en Cayambe, donde ocurrió el hecho, más de algún malhechor pensará dos veces en delinquir; posiblemente el linchado en efecto era el delincuente responsable de la acusación de Fuenteovejuna, o si no era de ese delito, era de otro, quizá. El punto es que la gente común ha llegado a la ovación de pie cuando el populacho ajusticia a alguien; y cuando es la fuerza pública quien da de baja a alguien en flagrancia, hay vítores en redes y fuegos artificiales en el festejo. A eso hemos llegado en el país, lo cual nos debe hacer reflexionar seriamente en el grado de desesperación en que está el ciudadano común por el sentimiento de desamparo por parte del Estado.

En la objetividad de la realidad, no quiero dejar de entender al populacho, pero me niego a aceptar que esa sea la forma de vida a la que nos debamos acostumbrar, porque no es una forma de vida civilizada; como tampoco quiero invocar a las organizaciones de DD. HH. (no todas, por cierto) que han alcahueteado a bribones, y sospecho que algunas están ya penetradas por la delincuencia para que los proteja. Quiero invocar al Estado, no solo al gobierno actual, para que la justicia funcione, sea confiable y poco piadosa con las lacras, y que le permita a la fuerza pública hacerse respetar. Si no lo hacemos a tiempo, también los órganos del Estado tendrán en la mira falsos positivos: ¿habrá entonces ovación de pie?