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Paul E. Palacios: Hacia dónde vamos

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Occidente, su pensamiento e identidad, están en grave riesgo por la anestesia de un éxito que parece eterno

Los resultados de las elecciones en Alemania, donde la extrema derecha (AfD) ganó en Turingia, y en otros estados obtuvo una importante votación, nos hace reflexionar sobre el giro que está tomando la tendencia política en ciertos países del mundo.

De forma consistente, los países exsoviéticos, incluyendo a Rusia, se han alineado del centro a la derecha. Parecería que quienes han podido salir del comunismo no desean volver jamás. Los que todavía están sometidos a él, simplemente no pueden salir porque sus pueblos están subyugados coercitivamente, como es el caso de Cuba y Corea del Norte; porque el régimen de Maduro es más una dictadura bandolera que un socialismo clásico.

Esto me recuerda el famoso discurso que ofreció Alexandr Solzhenitsyn en Harvard el 8 de junio de 1978. Como se recordará, el personaje fue un escritor ruso fuerte crítico del modelo socialista soviético, célebre por denunciar la existencia de los Gulag, que eran campos de trabajo forzado.

En uno de estos infiernos Solzhenitsyn pasó recluido 11 años, y de las miserias a las que lo sometieron surgió una prolífica producción literaria que le valió el Nobel de Literatura en 1970.

En su discurso en Harvard, frente a cientos de estudiantes el día de su graduación, les dijo que el desinterés de Europa por sus colonias en algún momento recibiría una paga. Mencionó también que observaba la merma de la valentía y del coraje de Occidente para enfrentarse a los grandes males de la humanidad; sin embargo, hay algo que me impacta de sus premonitorias palabras, hoy que las leo luego de cuatro décadas.

Solzhenitsyn se refiere al luchador, al pensador que quiere destacarse por fuera de la corriente mediocre, quien debe sufrir la crítica inmisericorde, el acoso del poder y de la prensa (leería hoy las redes sociales), obligándolo a demostrar en cada paso que lo mueve un fin loable. Ese ambiente perverso convierte a los pioneros en otros seguidores.

Termina su discurso haciendo un llamado a defender los deberes humanos y no solo los derechos humanos, de lo contrario Occidente enfrentará su debacle. ¿’Quo vadis’ Occidente?