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Paul E. Palacios | ¿A estas alturas?

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En el camino no se perdieron las invitaciones para dictadores, antidemócratas y violadores de derechos humanos 

La presidenta electa de México, señora Claudia Sheinbaum, decidió no invitar al rey Felipe VI a su investidura, invitando tan solo al presidente del gobierno español, Pedro Sánchez. La justificación a la que hace alusión la señora tiene relación con una carta enviada por el saliente presidente Andrés López Obrador en 2019, en la cual le pide al rey de España unas públicas disculpas por los agravios causados por los españoles en la conquista.

Me parece extraño, si ese fuera el argumento, que sí le cursaran invitación al papa Francisco, toda vez que con los conquistadores vino la Iglesia, y no fueron pocos los abusos, y por cierto, al igual que con los españoles, no fueron pocas también las obras buenas. Si ese fuera el caso, caray que entre Perú y Ecuador deberíamos tener algunos resentimientos por Vicente de Valverde en Cajamarca. Pero dejemos de lado a los curas de entonces, y concentrémonos en la actualidad.

Sorprende que la señora haya invitado para una ceremonia que es reflejo de un acto democrático a Nicolás Maduro, quien a todas luces y sin empacho ha roto la democracia en su país, pero no invite a quien es el jefe de Estado de una monarquía parlamentaria, por decisión democrática de su pueblo.

Burla la razón que esté invitado Daniel Ortega, quien ha abusado de los derechos humanos más elementales en Nicaragua, y así podríamos enumerar a muchos de los invitados al aquelarre.

Me sorprende que hayan invitado al jefe del gobierno francés, luego de la ocupación francesa de México, o quizá al gobierno gringo, luego de El Álamo.

Solo se entiende esta posición de la señora, como lo fue en 2019 la del señor, como actos de figuración; cantatas desentonadas a la galería, y actuar poco consistente con el progreso (incluso mental) de los pueblos. Mientras los países desarrollados van buscando avenidas de cooperación y ambientes de conciliación, nunca faltará alguien por estos lares que vaya mirando atrás, en lugar de adelante.

No se trata de olvidar lo que somos, se trata de reconocernos. ¿Preocupados de la identidad mestiza que cada vez les muestra el espejo, a estas alturas?