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Paul E. Palacios | Un avance

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El avance en la lucha contra la DCI nos hace ilusionar con resultados positivos tangibles...

En medio de un entorno donde las buenas noticias son escasas, hay una que nos da una brisa de alegría y esperanza. Pese a la crisis económica que vivimos, y que afecta en mayor medida a los segmentos más vulnerables de la población, las mediciones de incidencia en desnutrición crónica infantil (por sus siglas DCI) indican una reducción respecto de 2018. Ciertamente estamos muy lejos de la meta que como país debemos tener, pero estamos caminando en la dirección correcta.

En el país se ha instituido un procedimiento periódico de medición de DCI y con base en ello las cifras nos permiten conocer que los planes y programas están dando resultados ¿Cómo ha sido posible esto? En primera instancia es un tema de conciencia promovido por varias organizaciones de la sociedad civil, que ha tocado los cimientos del Estado (gobierno central, legislatura y algunos seccionales), sector privado, y población en general.

Hay que agradecer la participación de ciertas personas que han sido actores claves para la expedición de leyes, decretos y programas específicos; afortunadamente en silencio y sin vanidades publicitarias.

En la otra cara de la moneda, lo inadmisible. Para ser concretos: en DCI el dólar más eficientemente invertido es en agua potable y educación. Impacta saber, bajo información de una ONG que, en el sector de Monte Sinaí, en Guayaquil, el esfuerzo para la dotación de agua potable se topa con la delincuencia organizada. Las bandas criminales se han dividido sus 39 cooperativas de vivienda, donde cobran hasta $150 para permitir el acceso de una vivienda a la red de agua potable, y luego entre $5 y $10 con cierta periodicidad para que el sistema se mantenga habilitado. Esta realidad perversa, donde el Estado no ejerce soberanía, es el mecanismo que mantendrá en la pobreza a buena parte de la población, y desnutridos a los niños de esta población.

No podemos dejar de alegrarnos por el avance, aún tenue pero avance, en la lucha contra la DCI, pero no puede la delincuencia vencernos y menos destruir la existencia de nuestros niños. Cuando se trabaja en equipo, sí se puede.