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Paúl E. Palacios | Indispensable transición

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No es posible tener de forma indefinida a las FF. AA. en las calles en una guerra donde no existe un plan

En la grave situación de seguridad en la que el país se debate, el último recurso para contener a los grupos delincuenciales son las FF. AA. Infortunadamente la amenaza desbordó a la institución que debía reprimirla, que es la Policía Nacional.

El nivel de peligrosidad de los delincuentes, su acceso a recursos, engranaje internacional, y la concurrencia con un sistema judicial incapaz de cumplir con su función, devino en recurrir a las FF AA. Sospecho que durante algún tiempo los mandos debieron eludir sacar a la tropa a las calles, especialmente por dos razones: la primera, porque no existe preparación para combatir esta especie de conflicto asimétrico, y en segundo lugar, porque estando en la calle el personal pronto estaría expuesto a ser penetrado por el adversario.

Sin una estrategia con objetivos claros, con metas de éxito medibles, sin un plan para la transformación del sistema judicial que permita cumplir la cadena de represión del delito, sin cortar las fuentes de financiamiento de la delincuencia y la articulación con otros poderes del Estado, no se puede ganar esta guerra.

¿De qué sirve capturar a delincuentes en delitos flagrantes si el Poder Judicial los pone en la calle al día siguiente, o si la minería ilegal o la extorsión les provee recursos casi ilimitados frente a los recursos de la fuerza pública?

Pero mientras eso ocurre, los soldados están en la calle tratando de hacer presencia, y procurando que no se escape algún privado de libertad de un centro carcelario, y el demonio presentándoseles cada día para corromperlos.

Si no existe un plan de transición de responsabilidad institucional, donde el Estado disponga de una Policía Nacional fuerte, eficiente, con contrainteligencia efectiva, y además un sistema judicial probo, no le pidan a las Fuerzas Armadas milagros.

Los mandos seguirán cumpliendo órdenes, aunque no estén de acuerdo con ellas; la tropa seguirá subiéndose a los camiones a dar vueltas por la ciudad; los criminales seguirán haciéndole morisquetas a la sociedad; y los políticos seguirán peleándose solo para recuperar la inversión de cada elección.