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Paul E. Palacios | Patacones con queso

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En dolarización, emitir bonos de deuda interna sin planificación fiscal responsable tendrá un impacto demoledor...

Su nombre, en cuanto a la moneda, se origina en el término árabe ‘Batakká’ dado a ciertas monedas utilizadas en el medioevo; palabra que fue transformándose al pasar de idioma en idioma en ‘patacón’. Así se denominó la primera moneda colombiana, y posiblemente por la falta de buenos cuños y troqueles, lucía como un moderno patacón de verde nuestro, seguramente nombrado en asociación a su forma.

El punto es que con tal origen para denominar a una moneda, en el año 2001, a falta de poder emitir moneda por la Ley de Convertibilidad, el gobierno de la Provincia de Buenos Aires en Argentina emitió ‘bonos’, donde cada patacón equivalía a un peso convertible. Es decir, por la falta de liquidez de ese gobierno seccional, se le empezó a pagar a los proveedores y hasta sueldos a los funcionarios, con patacones.

Como era de esperarse, muy pronto el patacón empezó a cotizarse por debajo de la par, como un ejemplo de la validez de la Ley de Gresham, la cual claramente establece que “cuando en un país circulan simultáneamente dos tipos de monedas de curso legal, y una de ellas es considerada por el público como buena y la otra como mala, la moneda mala siempre expulsa del mercado a la buena”. Es decir, la gente se guarda la moneda buena y paga con la mala.

Evidentemente, el siguiente efecto es inflacionario. El desenlace argentino fue que se eliminó la Ley de Convertibilidad y todo se fue al diablo en términos inflacionarios.

El punto es que cuando un Estado no se ordena fiscalmente, e incluso bajo un modelo de dolarización emite bonos de deuda interna como medio de pago, tarde o temprano la población va a pagar las consecuencias. Los bonos tendrán que pagarse, o al menos deberían pagarse; los intereses de los bonos presionan el déficit, y en algún momento la pelota no va a rodar.

La tentación de ‘aunque sea recibe bonos porque bonos es lo que te puedo dar’, no tardará en pasarle factura al país. ¡Ah, y sobre el queso!; bueno eso es de 3 % a 5 % del PIB en plata sucia que sostiene y genera cierta liquidez en la economía, pero de sus terribles consecuencias hablaremos más adelante.