Paúl E. Palacios | Una rayita menos
Cada uno de nosotros tenemos un nivel de responsabilidad para disminuir (al menos) el ambiente violencia verbal que vivimos
Cada día los ecuatorianos vemos, o participamos, en confrontaciones verbales que rayan en lo extremo. La discusión violenta pasa de lo deportivo a lo religioso, de lo religioso a lo político, de lo político a la crónica roja. No nos importa si en las redes como X o en los chats nuestros mensajes son leídos por jóvenes o niños que nos deberían ver como guías de comportamiento, prudencia y respeto, y vomitamos todas las frustraciones -seguramente legítimas- que nos atormentan.
Hay tres catalizadores en este ambiente: por una parte, la capacidad exponencial de alcance que tenemos los individuos a través de las redes sociales; en segundo lugar, la violencia del lenguaje de ciertos líderes políticos; y finalmente, las expresiones de los llamados ‘influencers’, muchos de ellos personas de limitadísima educación.
Ese cóctel de propagación rápida de las expresiones y pérdida absoluta de pudor, crea el ambiente del todos contra todos.
¿Se puede limitar la expresión a través de las redes sociales? No, no se debe ni se puede. Es cien veces preferible, en circunstancias normales, que los ciudadanos se expresen, a conculcarles el derecho a hacerlo; desde luego bajo el concepto de que las personas deben hacerse responsables de lo que expresan. Sobre los otros dos componentes, es la educación la única arma con la que cuenta la sociedad para informarse adecuadamente y defenderse de los falsos valores, así como de los modelos de pacotilla que enfatizan en el empaque y no en el contenido.
¿Podemos cambiar la actitud de los políticos belicosos? No, no lo creo. Su naturaleza es binaria. Son ellos y su grupo, o los demás, no hay términos medios. Como decía ese político hoy samborondeño: entre tu arte y mi arte, prefiero mi arte. No ven el mundo como adversidad de ideas, sino como enemigos a los que hay que liquidar y que no se los puede dejar heridos. Pero hay dos cosas que sí podemos hacer: no seguirles el juego a los políticos que promueven el odio y la división, y poner ‘una rayita menos’ a nuestra propia violencia verbal. No olvidemos que lo que hacemos o decimos, siempre nos regresa.