Paúl E. Palacios | Retiro de militares y policías
Pagamos su preparación para enfrentar una guerra, y cuando se presenta, no podemos aceptar es que se abandone el fusil
Hace pocos días la prensa dio a conocer que aproximadamente 6.000 militares habrían presentado su solicitud de baja voluntaria, una cantidad cuatro veces superior a quienes presentaron la misma solicitud en el año anterior.
Debo confesar que mi primera reacción fue de furia, no de molestia. Me pareció inconcebible que en medio de la peor crisis de seguridad que vive nuestra nación, precisamente quienes se educaron y comprometieron para defenderla quieran salir de las filas cuando suenan los disparos. No es que estamos en un ambiente de paz, sosiego y relajamiento nacional, cuando todo funciona o la comunidad está de plácemes, ¡no!, nos están destrozando como país los delincuentes, y algunos militares quieren salir de la trinchera y dejar a sus compañeros ahí, no se diga a la patria que juraron defender.
Debo confesar que aún me queda algo de ese sabor amargo de mi primera reacción. Sin embargo, y sin justificarlo, también entiendo a veces las decisiones de las personas.
Hace pocos días un coronel de la Policía denunciaba amargamente que los delincuentes eran capturados por la mañana con armas, en operativos de persecución, y por la tarde salían a volver a delinquir.
Cuarteles que no tienen condiciones mínimas de habitabilidad, repartos que no cuentan con una infraestructura segura para sus rastrillos, falta de mantenimiento de equipo básico, un sistema de Justicia que no los protegerá si deben usar sus armas, una comunidad que a veces protege a los delincuentes en sus barriadas en contra de las fuerzas del orden, son solo algunas de las causas del malestar entendible por el cual muchos están hartos de la profesión que escogieron para servir a su país.
Ciertamente hay un impacto sobre el Isspol, el Issfa y el SCPN, pero eso ya se verá cómo se resuelve; lo de fondo es que estamos en una guerra; los contribuyentes de este país les pagaron para que se preparen para este momento, y ahora que las papas queman, los únicos que no se pueden ir son ustedes, los militares.
Este país no les perdonará que tiren el fusil y nos dejen en medio de esta calamidad de inseguridad que vivimos.