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Paul E. Palacios | La salida de Venezuela

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La liberación de los países puede tener ayuda de afuera, pero siempre se logra desde adentro 

Lo ocurrido en Venezuela es impresentable. Hemos estado acostumbrados a que esa tendencia se robe entre el 5 % y el 10 % de los votos, eso se da por descontado, pero robarse más del 30% ya es vulgarmente insostenible.

¿Por qué se produce eso, y cómo se sostiene el régimen? Venezuela se sostiene como una mesa de cuatro patas.

Una pata la sostiene Maduro con instituciones como el Poder Electoral, la Fiscalía, el Poder Judicial, el Poder Legislativo, y la chequera del Estado ,que permite que el engranaje fluya sin que falte aceite.

La segunda pata la sostiene Vladimir Padrino, quien controla a la fuerza pública, tiene a los mandos complotados en un ambiente de dádivas y corrupción, y a la oficialidad media vigilada bajo un régimen de terror. Si alguien es detectado en la disidencia, rápidamente es dado de baja legal o físicamente.

La tercera pata la sostiene Diosdado Cabello, quien maneja a los grupos paramilitares, a los colectivos, quienes tienen la capacidad de movilizarse en contramanifestaciones, y sembrar terror en la población civil, fundamentalmente urbana.

La cuarta pata de la mesa está sostenida por dos grupos internacionales; en primer lugar, los países ejes de la tendencia antioccidental, con Cuba, Rusia y China a la cabeza, y con Irán, Corea del Norte, Nicaragua y ciertos países árabes secundándolos. Pero esa cuarta pata tiene también a un grupo de activistas de izquierda que buscan alcanzar el poder en Latinoamérica y en ciertos países europeos, quienes tienen que justificar todos los fondos que les ha facilitado Venezuela. Su amor no es gratis.

Para que la mesa se caiga, al menos dos de las patas deben romperse. La comunidad internacional tiene que impedir la apropiación de Venezuela por parte de Cuba; sobre eso debe trabajar. Sin embargo, las otras tres patas solo se pueden ablandar desde adentro, actuando sobre el entorno de las capas medias de los tres poderes.

La ciudadanía debe convencer a las familias de los soldados en los barrios donde residen para que ayuden a respaldar los resultados democráticos. Así se gana esa pata; esa es la salida de Venezuela.