Premium

Paúl Palacios | Respuesta ciudadana

Avatar del Paúl Palacios

La población está bajo una amenaza de destrucción como jamás antes se vio, y aún hay personas que creen que esto es solo lucha entre bandas

Hace pocos días este diario, en un editorial, hizo un llamado urgente a la sociedad civil para que se organice como una respuesta frente a lo que están viviendo la población, el sector empresarial, y en general el país entero frente al crimen organizado.

Frente a un Estado incapaz de dar una respuesta efectiva y contundente a las bandas delictivas que cada día destruyen la vida normal y la paz ciudadana, no hay otra alternativa posible hoy que la organización de los gremios productivos, las asociaciones rurales, los barrios y otras organizaciones ciudadanas, para oponerse de manera estructurada, con objetivos precisos y con la posibilidad de contar con tecnología que haga menos factible la consumación de delitos.

Pensar en que el Gobierno va a liderar la organización de esta respuesta es iluso, en particular porque se cree -ellos lo creen- que el 90 % de la violencia se circunscribe a disputas territoriales entre bandas.

Parecería, en una especie realidad paralela en un metaverso aislado, que no se sabe que personas humildes del noroeste de la ciudad de Guayaquil deben pagar 25 centavos cada día para que les permitan subirse al bus que los lleva a su trabajo, o que en otros sectores de la ciudad impiden que tanqueros de agua lleven el líquido a donde no llega la red pública si es que no pagan un valor por extorsión, o que en medio de un estado de excepción se ametralle o lance granadas a locales comerciales o fábricas, o que las personas deban guardarse en sus casas convertidas en prisiones antes de las siete de la noche, destruyéndose la vida productiva, los servicios y otras formas de vida económica frente a la inseguridad.

Esperar a que el Gobierno haga algo para enfrentar al Estado paralelo que se ha formado, es pedirle peras al olmo, y no nos queda más que organizarnos como sea.

No dudo que dentro del Estado aún hay jefes policiales, militares u otros funcionarios de los que nos podemos fiar como sociedad, y con ellos hay que trabajar, dejando que otros pasen lo antes posible al anonimato que la historia les tiene reservado.

Nos organizamos o nos liquidan.