Es contra todos

Muy pronto los ciudadanos tendremos que escoger entre mantener un pacto social abundante en derechos, o ceder ciertos derechos a cambio de seguridad física.
Hace pocos días, el diario El País publicó el resultado de una investigación que revelaba el grado de penetración del crimen organizado en Holanda y Bélgica. Teniendo como puertos de gran tráfico a Róterdam en el primer país y Amberes en el segundo, son localizaciones de entrada para estupefacientes a Europa, y al ser puertos de transferencia, para otros países por fuera de la Comunidad Europea.
Cómplice de esta situación ha sido la política permisiva que por mucho tiempo han llevado ambos países, y otros en Europa, con las llamadas ‘drogas blandas’. Se ha provocado el limbo donde consumir no es un delito, pero producirlas y traficarlas sí lo es. Entonces las sociedades en esos países (y en el nuestro) seguramente pensarán que les cae la droga del cielo a los consumidores.
Las autoridades de seguridad de esos países han alertado a los líderes en el poder que su situación corre un grave riesgo, y que empiezan a identificar la penetración de los tentáculos del crimen organizado en diferentes niveles de su institucionalidad. Esto nos recuerda que si bien la pobreza y la desigualdad en nuestros países es terreno fértil para que germine la delincuencia organizada, no son los únicos factores.
Para aquellos que piensan que el problema de los narcóticos y las derivaciones que este tema trae con el crimen organizado, se va a acabar cuando la economía dé una oportunidad de empleo a cada ciudadano, dense una vuelta por Europa.
No quiero restar importancia a la pobreza, sin duda no, pero quiero enfatizar que este tema no puede esperar a que seamos un país desarrollado. Este es un problema que nos afecta a todos los países, va contra todos.
Posiblemente será más sencillo aplacar el crecimiento de esta lacra con gobiernos autoritarios, regímenes represivos muy fuertes o legislaciones draconianas, como es el caso de Singapur, China o ciertos países con regímenes cercanos a teocracias. Quizá no estamos preparados (aún) para sacrificar democracia a cambio de seguridad, pero no estamos muy lejos, especialmente cuando se ven tantos hurras por cada criminal que no se levanta del suelo.