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Avatar del Paúl Palacios

El país no puede darse el lujo de dejar petróleo sin explotar en el ITT; son recursos que la población más vulnerable necesita con urgencia.

El próximo 20 de agosto, además de elegir presidente y asambleístas, los votantes serán consultados sobre la posibilidad de que se mantenga la explotación petrolera en el bloque ITT del Yasuní.

El área protegida tiene una de las mayores concentraciones de biodiversidad del planeta, contando con gran cantidad de anfibios, reptiles, aves, peces y otras especies vegetales. Es también un territorio donde se tiene el registro de pueblos no contactados que han preferido mantenerse en aislamiento. La pregunta consulta al votante textualmente: “¿Está usted de acuerdo en que el Gobierno ecuatoriano mantenga el crudo del ITT, conocido como Bloque 43, indefinidamente en el subsuelo?”. La forma en la que está planteada la pregunta podría generar alguna confusión en el votante, pero así las cosas los ecuatorianos deberán escoger si incidir sobre la milésima parte del área protegida generará un daño de tal magnitud, que bien vale que el Estado no cuente con los recursos que se generan y generarán para propósitos de educación, salud, seguridad, previsión social y otras formas de servicio a la población.

Nuestro vecino, Perú, tiene en la frontera misma y hacia su territorio, una extensa zona de explotación petrolera, sin que haya existido una polémica parecida.

En el año 2004, como parte de una organización ambientalista estuve en el lugar, y puedo dar fe de la fragilidad natural, pero como ciudadano no puedo desentenderme de la terrible realidad social que vive el país. Tenemos pocas opciones para resolver los graves problemas sociales del país, y al sopesar ambas opciones, sin dudarlo me inclino por mantener la explotación con las precauciones y los métodos que minimicen o eviten en su totalidad el impacto ambiental.

Yo quisiera también vivir en un mundo a lo John Lennon, pero este mundo tiene otra realidad. Lo que escribo, también lo creen casi todos los candidatos a la presidencia, quienes en privado así lo comentan, pero por cálculos políticos no tienen la valentía de expresarlo en sus campañas eleccionarias.

Contestar afirmativamente la pregunta es un disparo en la sien del país.