Las brujas de Salem
La histeria colectiva lleva a comportamientos impensados, donde la razón juega un papel secundario. La sensación de inseguridad puede empujar a eso’.
Hace unos años estuve en Salem, Massachusetts, más por curiosidad histórica que por interés turístico. Este lugar es célebre pues en 1692 se llevaron a cabo unos juicios donde se acusaba de brujería en principio a 3 mujeres, y luego la histeria colectiva provocada por el pánico terminó con acusaciones de vecinos entre ellos, tratando de zanjar sus rencillas personales a cuenta del cometimiento de actos de brujería. Un año después, al menos 150 personas habían sido acusadas y a pesar de que no todas fueron encausadas, algunas murieron en prisión.
Por entonces el área de Salem y en general Massachusetts era poblado por personas puritanas, profundamente religiosas y de comportamientos muy rígidos; cualquier conducta diferente generaba un rechazo, y al menor aparecimiento de cualquier evento que se percibiera amenazante se producía una especie de histeria colectiva para erradicar el problema. De este sentimiento fueron víctimas algunas personas, quienes ahora serían seguramente celebridades de las redes sociales.
Hoy Ecuador en general, y Guayaquil en particular, está viviendo una especie de histeria colectiva por el tema de la inseguridad. Es absolutamente justificada la preocupación de la ciudadanía, pues las muertes violentas provocadas por las luchas de bandas narcotraficantes, los robos agravados y en general la sensación de indefensión ha llegado al punto de conmoción colectiva. Las autoridades deben saber que hay muy poco espacio para que esta histeria termine convirtiéndose en ajusticiamientos barriales, solución de disputas civiles por la vía de la violencia, o simplemente caer en manos de falsos líderes que busquen encaramarse en el sentimiento ciudadano de hartazgo y miedo, para oficializar un Estado fallido, donde la única razón que prevalezca sea la fuerza.
Este no es solo un tema de violencia delictiva, este es ya un tema de reacción popular de rechazo a todo, a todos y entre todos. Hoy más que nunca requerimos un líder que debe tomar fuerte el timón y ofrecer una señal de esperanza, sustentada en planes concretos y hechos tangibles para el ciudadano común.