La cantina
Iza sabe que le es difícil alcanzar el poder en democracia, y usa la violencia como medio para tratar de imponer lo que no puede lograr por la razón
Para simplificar las complejidades en análisis político a veces se recurre a analogías de la vida cotidiana.
En la interacción de los grupos de interés con el gobierno generalmente hay dos modelos, el uno es el modelo restaurante y el otro es el modelo cantina.
En el modelo restaurante los diferentes grupos de interés acuden en búsqueda de solución de sus necesidades, se interactúa, se intercambian posibilidades y se van atendiendo los requerimientos ordenadamente, en función de varios elementos objetivos.
En el modelo cantina, quien se cree con poder entra y grita, y los gobiernos van atendiendo a los que gritan más fuerte o amenazan al cantinero.
En el modelo cantina no media el orden, no existe el peso y contrapeso del mejor interés público, sino simplemente el interés de quien cree que puede imponerse frente a la angustia del cantinero para que no le destruyan el bar.
El señor Leonidas Iza quiere imponer en el Ecuador el modelo cantina. Él está absolutamente consciente de que no tiene los votos para ganar una elección y alcanzar el poder por la vía democrática. Él sabe que existe malestar coyuntural en el país, y quiere utilizar el malestar legítimo de la población para mimetizarse en él como un argumento para sus objetivos personales. Él comprende perfectamente que no representa al sector indígena en su totalidad, que es un 7 % de la población, sino a una fracción, pero con capacidad de movilización, generación de caos y daño a la infraestructura. Sabe que el Poder Judicial le teme, porque a pesar de haber existido evidente daño a la propiedad y a la vida en los últimos paros promovidos por él, camina impune y se le ríe.
Pero el señor Iza no está midiendo que en el modelo cantina, cuando va mucho el cántaro al agua, siempre termina apareciendo el fortachón de la puerta que termina poniendo en su puesto al borracho malcriado, metafóricamente hablando.
El país se está cansando, y estamos a muy poco de que aparezca alguien contestatario.
Infortunadamente pasó en Colombia, con el horror que eso generó.
El único culpable será el señor Iza, su ego y sus acólitos.