¿La capacidad es suficiente?
Ingresar a la universidad por sí mismo no pone a los jóvenes en la misma línea de partida en la búsqueda de su prosperidad
La semana pasada escribí sobre la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos respecto de considerar inconstitucional el criterio racial dentro de los procesos de admisión universitaria, y hubo opiniones diversas. Sin perjuicio de aquello, pensé si en cualquier escenario, exista o no una acción afirmativa para que un joven acceda a la universidad, aquello lo pone en igualdad de condiciones en la partida para recibir educación, graduarse y acceder a una plaza de trabajo, o mejor aún, liderar la creación de plazas de trabajo.
Me vino entonces a la mente el impacto que ha tenido la pandemia en los estudiantes de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol). Esta universidad tiene un riguroso proceso de admisión y una exigencia académica de muy alto nivel, siendo la universidad pública mejor ranqueada del país.
Antes de la pandemia, la estimación de jóvenes estudiantes en condiciones de vulnerabilidad, esto es con limitaciones para lograr una alimentación adecuada, transporte, alojamiento (para quienes vienen de fuera de Guayaquil), asistencia médica oportuna, etc., era del 10 %. Luego de la pandemia la condición de vulnerabilidad afecta al 30 % de los estudiantes. Es decir, si bien la universidad es gratuita, para un estudiante de origen pobre, aun teniendo las condiciones intelectuales, graduarse es menos probable.
Alguien diría: bueno, el estudiante puede trabajar, como muchos lo hemos hecho en nuestra vida universitaria. De lo que conozco algunos lo hacen, y no pocos ayudan en sus hogares, donde sus padres están desempleados; sin embargo, en una universidad con ese rigor de exigencia, con horarios y carga académica compleja, sus posibilidades son menores.
Entonces el punto de fondo es que, para poner a los jóvenes de distinta procedencia económica en la línea de partida hacia la construcción de una sociedad más igualitaria, hay que hacer mucho más que lograr la gratuidad de la universidad pública.
Sin movilidad social ascendente no habrá paz social. En mi próxima columna les contaré qué están haciendo la Espol y la sociedad civil para buscar una solución.