Ecuador pospetrolero (I)

La transición hacia una economía pospetrolera es factible, y al igual que lo fue la dolarización, su éxito depende de la voluntad de lograrla
El domingo 20 de agosto el votante ecuatoriano, como ha ocurrido en otras oportunidades, se disparó al pie al votar SÍ en la consulta popular. Así las cosas y con lo que tenemos, hay que pensar en cómo construimos a partir de las decisiones del votante.
Hace unos años un conjunto de investigadores económicos, con el auspicio del Banco Mundial, elaboraron una agenda para una economía ecuatoriana pospetrolera. El mensaje central de sus estudios se basó en que a partir de 1979 el país ha mantenido una enorme vulnerabilidad en el sector externo, fundamentalmente vinculada con la gran participación del sector petrolero en la balanza comercial, pero además una exposición fiscal también muy profunda, debido a la relación de los ingresos petroleros en el presupuesto del Estado, y su contraparte en el área de inversión pública.
El sector primario de la economía es muy relevante en nuestras cifras, y una caída sustancial en los precios o volúmenes, termina generando un caos generalizado.
Si bien una parte de las cifras empieza a ser cubierta por el sector minero, aun es largo el camino hacia su reemplazo, y en esa virtud la idea es preparar una agenda que permita asegurarle al país una vía para proyectar la expansión económica, sacar a buena parte de la población del nivel de pobreza extrema en el que se encuentra, mejorar los recursos públicos para fortalecer la salud y la educación, y por último, pero no menos importante, procurar una expansión del empleo y la esperanza, especialmente para los jóvenes, de tener una fase productiva a partir de la culminación de sus estudios secundarios y universitarios.
Los retos no son fáciles, particularmente para una economía que ha tenido dificultades para romper el “mal holandés” que ha venido sufriendo desde la década de los años setenta, pero luego de la consulta popular de hace nueve días, parece que el camino es irreversible.
De hecho, la justificación del horroroso esquema de subsidios a los combustibles se basa en ello.
En las próximas dos columnas trasladaré la opinión de esos investigadores y mi criterio sobre tal posibilidad.