Ecuador pospetrolero (III)

El Ecuador pospetrolero debe sustentarse en orden, seguridad y justicia, y lograr un nuevo pacto social donde todos depongamos posiciones extremas.
Cualquier discusión sobre el camino que deba tomar el país en los próximos veinte años debe pasar por un acuerdo nacional en lo político y social respecto de una agenda productiva, de generación de empleo y aplacamiento de la pobreza. Discutir a estas alturas de la civilización respecto de la total dirección de la economía por parte del Estado, o en el otro extremo, la plena determinación de los mercados como único factor de conducción económica, es bizantino.
Las economías más exitosas han podido sustentar su crecimiento y generación de bienestar social en el mercado como elemento fundamental de soberanía del consumidor, pero en la intervención aislada, pero cuando se produzca, firme, del Estado en ciertos mercados. Mercados como los de dinero para la fijación de tasas de intervención de la autoridad monetaria, o en el caso de los mercados laborales para la fijación de salarios mínimos referenciales, por ejemplo, son esenciales. Los mercados no son perfectos, y su eficiencia en ciertas oportunidades exige el ojo de resguardo de la autoridad de competencia, por ejemplo, o de control de verificación de promesas por parte de los productores, especialmente en salud y alimentación.
Debe ser limpiada la sociedad del Estado paralelo que se ha formado en el país, donde el monopolio de la fuerza se perdió ante la incapacidad del Gobierno de evitarlo, a manos del crimen organizado, sustentado económicamente en mecanismos de extorsión.
La clave de un Ecuador pospetrolero pasa por la eliminación del crimen organizado en primer lugar. De forma paralela se deberá actuar en la construcción de enjambres o ‘clusters’ de sectores económicos, trabajando de forma conjunta el sector productivo, el Gobierno central y la Legislatura.
En ciertas oportunidades se deberá incorporar a los GAD para la determinación de normas de uso de suelos y estímulos de localización.
Debemos tener una Justicia eficaz, pues sin ella cualquier avance económico o social es imposible.
En un país fragmentado nadie tiene el poder para hacerlo solo, hay que concertar una agenda; sin un líder que nos una, no avanzaremos.