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La iniciativa de la Espol

Avatar del Paúl Palacios

La iniciativa de la Espol hace esfuerzos para que muchos alumnos vulnerables no vean truncados sus estudios por diversas vulnerabilidades

En mi columna anterior escribí sobre la adversidad de muchos estudiantes de universidades públicas quienes, a pesar de recibir educación gratuita, encuentran una gran dificultad para culminar sus estudios al no disponer de recursos para alimentarse, pagar medicinas, conectarse a internet desde sus hogares, o simplemente pagar un bus que les permita llegar a sus clases.

Hace poco menos de tres años, la doctora Cecilia Paredes, rectora de la Espol, decidió lanzar un desafío. La comunidad politécnica y la sociedad civil debían buscar la forma de ayudar a los jóvenes vulnerables tanto como fuera posible para que no abandonen sus estudios por falta de recursos. Su reflexión era que el Estado estaba ya invirtiendo dinero para mantener la gratuidad, tal como lo establece la Constitución, pero era insuficiente. Acudió entonces a tres grupos de personas. En primer lugar, al interior de la Espol fortaleció la estructura de asistencia a los estudiantes, levantando información y creando una red de apoyo directa para los estudiantes. Luego de esto tocó las puertas de los exalumnos politécnicos, a quienes planteó una serie de alternativas para canalizar su ayuda, siendo su reacción positiva inmediata. Finalmente, con la ayuda de un grupo de empresarios se creó un fideicomiso privado, alimentado por donaciones para un fondo perpetuo del que solo se utilizarían los rendimientos, siguiendo el mismo concepto de los fondos dotales de las universidades norteamericanas. Además, el fondo permite la donación directa para un año académico, facilitando que empresas o personas puedan apadrinar a uno o más estudiantes.

Por su parte, la Espol con sus recursos ha desarrollado residencias estudiantiles para jóvenes muy vulnerables de fuera de Guayaquil o que, aun residiendo en esta ciudad, su situación es muy compleja.

Es una carrera contra el tiempo, porque las necesidades son amplias y los recursos limitados.

El país tiene problemas, sin duda; queremos vivir en un país diferente, también es verdad, pero iniciativas como estas nos devuelven la fe.

Hay que dejar de quejarse del carro y bajarse a empujarlo.