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Inteligencia artificial y poder

Avatar del Paúl Palacios

La tecnología va transfiriendo poder de la colectividad al individuo. Es indispensable educarnos todos en el uso responsable del poder

Hace unas pocas semanas escuché una charla de Daniel Laya, profesor del IE, sobre inteligencia artificial. Mientras transcurría la charla y mostraba el origen del tema, los alcances en este momento y las proyecciones de su utilidad para la humanidad, no dejaba de retumbarme en la cabeza el creciente poder del individuo. Ese individuo que hasta hace muy pocas décadas disponía de muy pocas herramientas personales para sus labores, para su mejor vivir, para causar el bien, pero también para causar el mal, hoy dispone de un conjunto inmenso de instrumentos que le ofrecen un poder extraordinario. Su capacidad para acelerar procesos, acceder a información, transformar la data en tiempos muy cortos para tomar decisiones, construir modelos de decisión, permitir la toma de decisiones por un algoritmo, etc., nos deja absortos.

Pero me deja también meditando la capacidad de ese mismo individuo para que esa tecnología pueda ser usada para el irrespeto de derechos (a la intimidad por ejemplo), a la identificación de vulnerabilidades en estructuras, o sistemas de comunicación o electricidad, solo para citar unos pocos ejemplos.

¿Los gobiernos deben instrumentar algún mecanismo de control o lineamiento sobre el uso pacífico de estas tecnologías? ¿Es posible limitar la capacidad individual para acceder a formas de utilización social nociva de la IA? No siendo un experto, lo veo muy difícil.

Quiero enfocarme por ahora en las inmensas oportunidades que presenta esta nueva tecnología para crear valor social, económico y bienestar para la humanidad. Creo, al igual que pasa hoy con la educación sobre temas ambientales, por ejemplo, que debemos ser mucho más estrictos en educar a nuestros niños y jóvenes, tanto como a los adultos en las universidades, sobre los lineamientos éticos del uso del poder.

Me queda claro también que en la medida en que la tecnología avance, es cada vez menos posible que un modelo socialista colectivista se implante, porque el individuo es cada vez más autónomo, independiente y menos dependiente de una tribu que le dirija el destino contra su voluntad.