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El principio de Shirky

Avatar del Paúl Palacios

Hay organizaciones públicas que si desaparecieran nadie se daría cuenta: viven para preservar los problemas que están llamadas a resolver

Hace un tiempo oía al expresidente José Mujica hacer algunas reflexiones sobre los empresarios; siendo objetivo al referirse a uno de ellos decía “esta gente resuelve problemas que yo no tengo capacidad ni fuerzas para resolver”. Luego, en el ‘sumun’ de su honestidad expresó que “si exprimo demasiado no queda para repartir”. Decía que la sífilis no mata al enfermo, porque si lo mata, la bacteria no tiene de qué vivir.

En 2010 Clay Shirky aseveró que las organizaciones buscarían preservar el problema que deberían resolver, lo cual ahora se denomina el principio de Shirky.

Invito a los candidatos y a sus grupos de trabajo a hacer un análisis exhaustivo del aparato burocrático, y a evaluar qué instituciones existen sin que presten ninguna utilidad práctica o que justifiquen su existencia.

Hay organizaciones públicas, y personas dentro de ellas, cuyo único propósito es inventar problemas para vender soluciones. Su sola existencia se justifica en virtud de tratar de resolver de cara al ciudadano, aquellos problemas que de espalda a los ciudadanos están creando.

Un ejemplo clásico en la mente del consumidor es el grado de confianza que puede tenerle a la industria farmacéutica: si su vida depende del problema de su cliente, ¿para qué se lo va a solucionar? Evidentemente si se piensa en una acción colusoria de la industria, la aseveración tiene sentido, pero afortunadamente la competencia hace que se rompa ese mito.

Es por eso esencial que la sociedad exija competencia; eso es vital para el desarrollo. Sin embargo, hay un sistema político que solo puede preservarse si no hay competencia, y ese es el socialismo.

El socialismo no se puede permitir que sus votantes superen la pobreza porque si saltan a la clase media pierden sus votos. Tampoco pueden permitirse estrangularlos, porque puede producirse una subversión violenta. Lo que tienen que hacer es darles un poco, no mucho, para mantenerlos con vida y que crean que sus vidas dependen de ellos.

Los totalitarios siempre se venden como salvadores de los pobres, pero deben mantenerlos pobres, de lo contrario nadie votaría por ellos.