Con la misma tijera

Pasó en Brasil exactamente lo que ocurrió acá en octubre de 2019 y junio de 2022: buscan tomar por la fuerza lo que es imposible lograr en democracia.
El domingo 8 de enero pasado unos cuantos miles de seguidores del expresidente Jair Bolsonaro llegaron a Brasilia e intentaron tomar los edificios de los tres poderes del Estado. Su propósito abierto y explícito era provocar que las Fuerzas Armadas, ante la situación de “conmoción”, decidan asumir las riendas del país.
Ya días atrás era un secreto a voces este movimiento de la extrema derecha, la organización de la manifestación, y el intento de desestabilización del gobierno de Lula. El terreno para las protestas y los desmanes era fértil, particularmente porque las autoridades locales, encargadas de la fuerza pública (no de las Fuerzas Armadas), fueron permisivas y complacientes.
Ciertamente, los votantes de Bolsonaro son casi el 50 % del país, pero ese pequeño ‘casi’ hizo presidente a Lula.
Podemos ideológicamente discrepar con Lula, podemos no estar de acuerdo con el proceder en su último gobierno, pero fue elegido presidente de Brasil por la mayoría, y esas son las reglas del juego, reglas que todos deben respetar.
¿Les suena parecido el tema?: desde luego. En su esencia no hay ninguna diferencia con los intentos de golpes de Estado de octubre de 2019 y junio de 2022. El fondo es el mismo: buscar sacar del poder a quien legítimamente está en él por el voto popular, porque no son capaces de jugar con las reglas de la democracia, sabiendo que por la democracia jamás llegarán al poder.
Los autoritarios son siempre iguales, no importa si son de extrema derecha o de extrema izquierda, su único propósito es hacerse del poder como sea, y para justificarlo son capaces de imponerse a la fuerza o aliándose con el diablo (léase delincuencia organizada) si es que les sirve para su propósito, y ya después se repartirán lo que a cada cual le corresponda.
El problema de fondo no son ellos, el problema fundamental es cómo elevar el civismo del ciudadano común, para que en cualquier circunstancia impida que se tomen el poder y le arrebaten la libertad.
Los extremos son como un círculo donde al final se encuentran, porque los autoritarios son ‘todititititos’ cortados con la misma tijera.