Priscilla Falconí | Democracia desafiada
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Entregamos el poder con la esperanza de que, tras cuatro años, se nos rinda cuentas
Las recientes elecciones me invitan a reflexionar sobre la democracia, sistema que nos permitiría elegir cómo y por quién queremos ser gobernados a través de elecciones libres, competencia justa, debates abiertos y acceso a información.
En Ecuador, el voto es obligatorio y se exige su certificado para diversos trámites. ¿Es realmente voluntaria la participación?
La polémica en torno al candidato-presidente y el ilegal impedimento de entrega del cargo a la vicepresidenta, en clara oposición, invita a cuestionar la igualdad de condiciones en campaña. De haber debate oficial en segunda vuelta, aspiro que se priorice la exposición de propuestas. Pero, ¿elegimos con base en data veraz? ¿Decidimos con autonomía? Las encuestas del primer balotaje dejan mucho que desear ante la realidad de un país polarizado y un indiscutible empate.
La democracia se basa en la confianza. Entregamos el poder con la esperanza de que, tras cuatro años, se nos rinda cuentas y podamos evaluar si se utilizó para mejorar nuestras vidas, permitiéndonos devolverlo al mismo líder o entregarlo a alguien más.
Aunque imperfecta, la democracia es el sistema más efectivo para proteger libertades y derechos humanos, ya que fomenta la deliberación y previene la concentración de poder. Peligra cuando los políticos usan el poder para afianzarse y perpetuarse.
Hoy la tecnología y la inteligencia artificial están transformando la política y la comunicación, mermando nuestra capacidad para distinguir la verdad de la manipulación.
La creciente inversión en publicidad digital en las campañas electorales, tendencia global, permite a algoritmos dirigir y moldear la información que recibimos, facilitando la vigilancia masiva y el control social.
Para preservar la democracia, debemos exigir regulaciones que obliguen a la transparencia y ética en el uso de la IA; pero no podemos esperar que las instituciones actúen. Como ciudadanos debemos estar vigilantes, desafiar, cuestionar y defender la verdad, pues el futuro de nuestra libertad depende de nuestra capacidad crítica y de la responsabilidad que asumimos respecto a la información que elegimos consumir.