Priscilla Falconí: Mediación, justicia posible

la mediación redujo en 11 % la carga de los tribunales entre 2013 y 2017 y generó un ahorro estimado de $27 millones
En Ecuador una herramienta legal poderosa sigue subutilizada: la mediación. Su potencial es tal que un acuerdo firmado en mediación tiene fuerza de sentencia ejecutoriada (art. 363 Cogep). Es un mecanismo que permite resolver conflictos con eficacia, economía y legitimidad.
Desde la Ley de Arbitraje y Mediación de 1997, Ecuador cuenta con 84 centros aprobados y 205 oficinas en todo el país, atendidas por 3.525 mediadores. Entre 2021 y 2023 se gestionaron más de 255 mil casos; el 71 % culminó en acuerdo total, y de ellos, el 82 % se cumplió sin necesidad de acudir a un juez. En países como Estados Unidos y Reino Unido, las tasas de acuerdo y cumplimiento son similares o incluso superiores. Acuerdos sostenibles, sin la carga emocional ni económica de un juicio.
El impacto es estructural. Según el Consejo de la Judicatura, la mediación redujo en 11 % la carga de los tribunales entre 2013 y 2017, y generó un ahorro estimado de 27 millones de dólares. Se trata de un modelo que descongestiona cortes, evita sentencias tardías y refuerza la autonomía de las partes.
¿Puede una controversia de alta cuantía o entre grandes empresas resolverse por mediación? Absolutamente. Es eficaz en conflictos complejos porque permite a las partes diseñar soluciones más creativas, flexibles y sostenibles que las que impone un juez o un árbitro.
Ecuador tiene una de las normativas más sólidas de la región: ha constitucionalizado la mediación (art. 190) pero aún no logra posicionarla como primera opción. El problema no es jurídico, es cultural. Existe desinformación y desconfianza institucional. Se la percibe como un signo de debilidad, cuando en realidad exige más madurez, estrategia y voluntad que litigar.
Resolver en dos sesiones lo que otros prefieren alargar, complicar y facturar puede resultar demasiado eficiente. La mediación, en definitiva, representa una manera de hacer justicia menos confrontativa, más rápida, confidencial y económica. Mientras un juicio puede tomar años, un proceso de mediación puede resolverse en días. Y en esta cultura de litigio, la mediación insiste -en voz baja- en que otra forma de justicia es posible.