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Rafael Oyarte | Imprevisión e improvisación

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Algún día entenderemos que hay cosas que deben ser políticas de Estado

En 1941 se hacían colectas con el fin de adquirir un par de aeronaves de combate. El inconveniente es que estábamos invadidos por el Perú y ya nos encontrábamos en medio de la Segunda Guerra Mundial, por lo que no era cosa de ir al mercado y conseguirlos como se compra un carro. A esa imprevisión se sumaba la improvisación: un piloto de combate no se forma en poco tiempo (hoy toma varios años). Esa es nuestra característica en muchas áreas del devenir nacional. Cuando hacemos constituciones demostramos imprevisión, porque no somos capaces ni de leer nuestra historia al elaborarlas. Mientras veíamos cómo las monedas de países vecinos eran devoradas por la inflación, nosotros incluimos su nombre en la Constitución de 1978-79, lo que se mantuvo en la Carta de 1998: año y medio después, el sucre desaparecía, violándosela. ¿La dolarización fue pensada o improvisada porque estábamos por caer al precipicio de la hiperinflación? Qué podemos decir hoy, con una Constitución que prohíbe el arbitraje internacional y, pese a ello, nos preguntamos por qué la inversión extranjera es inexistente. Prohibimos bases extranjeras sin leer, siquiera, que en el pasado las necesitamos para evitar una muy cercana invasión japonesa.

Y la cosa no es solo de ideologías. Hoy tenemos muy presente el tema eléctrico, porque ya estamos metidos en el problema. ¿Vamos a solucionarlo o vamos a improvisar para salir del paso? Porque la compra de los ruidosos generadores, para quienes pueden hacerlo, es eso: salir como sea de la necesidad apremiante de tener electricidad. El Estado no puede obrar así, pero lo hace. No se invirtió en la defensa y, hoy, no solo que estamos cada vez más sometidos a los grupos delincuenciales, sino que estamos inermes frente a cualquier incidente: Colombia y Perú están por renovar sus flotas aéreas de combate, mientras nosotros no tenemos ni luz. La ciudadanía decidió dejar de explotar el Yasuní-ITT, pero a la vez, pide servicios que se financian con el dinero que se deja de recibir. Podemos improvisar endeudándonos a precios de chulco, para variar, y luego tener otro problema por falta de previsión.

Algún día entenderemos que hay cosas que deben ser políticas de Estado, que no pueden estar cambiando y dependiendo de cada elección, porque de ellas depende la permanencia de la nación.