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Disputas territoriales

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Veremos cómo lo resuelve la CIJ, pues la mera sentencia, en ocasiones, no ha concluido el conflicto

Los conflictos territoriales son los más complicados de resolver, pues ninguna parte está dispuesta a ceder lo que consideran “sus derechos” y “su heredad”. Reivindicaciones centenarias se mantienen en América, como ocurre con Guatemala respecto de áreas hoy en manos de Belice, y la Argentina sobre las Malvinas desde 1833, con guerra incluida en 1982. Unos han solucionado su contencioso por medios jurídicos, llegándose a tratados de límites luego de una mediación, como con El Salvador y Honduras, en 1980, luego de una corta guerra en 1969, y entre Argentina y Chile, por el Tratado de 1984, tras estar a horas de una guerra total a fines de 1978.

Nuestro secular conflicto con Perú se resuelve en 1998, luego de varios intentos y choques armados de por medio. La derrota de 1941 nos impedía llegar a un acuerdo, más aún cuando magnificábamos la pérdida hablando de un cercenamiento de 200.000 kilómetros cuadrados respecto del Protocolo Pedemonte Mosquera de 1830, que el Perú desconocía, pues si se trataba de la Real Cédula de 1802 que defendían los peruanos, con el Tratado del 42, curiosamente, “ganábamos” 120.000 kilómetros cuadrados. La pérdida fue de poco más de 14.500 kilómetros cuadrados respecto del llamado Statu Quo de 1936, lo que, si bien no es una nadería, tampoco era el descalabro que nos hizo históricamente incapaces de asumir nuestras propias culpas, en especial, de descuidar nuestra defensa y nuestras Fuerzas Armadas, como hoy lo estamos repitiendo. Sin la victoria de 1998, seguiríamos dibujando ese mapa con las rayas franjeadas, pues el Perú no aceptaba el arbitraje ni la competencia de la Corte Internacional de Justicia, como sí lo hizo luego, lo que le permitió obtener alguna ganancia respecto del límite marítimo con Chile en 2014.

Bolivia intentó que esa Corte Internacional obligue a Chile a negociar una salida soberana al Pacífico, perdido su litoral en 1879, lo que fue desestimado en 2018.

Hoy, Guayana ha logrado no solo que esa Corte se declare competente para resolver la disputa que, sobre los territorios esequibos (unos 160.000 kilómetros cuadrados), le plantea Venezuela, que desconoce el Laudo de París de 1899 y defiende la vía del arreglo directo del Acuerdo de Ginebra de 1966. Veremos cómo lo resuelve la CIJ, pues la mera sentencia, en ocasiones, no ha concluido el conflicto, tal como ocurre entre Colombia y Nicaragua y sus límites marítimos.