Ricardo Arques: Canción triste de Durán
De lo imaginado no había nada, y Durán, que fui a conocer, resultó una ciudad sórdida, inacabada
Ocurre a veces que proyecciones de la imaginación se sobreponen a la realidad. La mezcla inconsciente entre impresiones y vivencias construyen con frecuencia ideas dominantes en la percepción aun sabiendo que son falsas.
Me pasó en Guayaquil cuando llegué por primera vez, en 1997. Un día en el Malecón, entonces una desvencijada rivera sobre el imponente río Guayas, divisé el contorno de Durán. Lo asocié de inmediato con Cacilhas, el pueblo que el río Tajo separa de Lisboa. A Cacilhas se cruza desde la capital portuguesa para disfrutar de sus mariscos gracias a un excelente transporte fluvial, de modo que ante la semejanza geográfica imaginé igual relación entre Guayaquil y Durán.
Aquí todo está a la mano por privilegios inexplicables de la naturaleza. Imaginé también que por las cuencas navegables del Daule, el Babahoyo y el Guayas se habrían trenzado redes conectivas como en la bahía de Sídney, un ejemplo mundial en la movilidad por tierra y agua que genera expansión y desarrollo envidiables.
Lástima, todo fue una pareidolia. De lo imaginado no había nada, y Durán, que fui a conocer, resultó una ciudad sórdida, inacabada. Han pasado 26 años y pese al avance del tiempo y del mundo todo ha ido a peor. Existen datos y estadísticas que se contradicen en sí mismos. Durán es vecina y complemento de la capital económica del Ecuador, es la quinta ciudad del país por habitantes, la segunda más poblada del Guayas, alberga uno de los cinturones industriales de la nación, es nudo de conexión entre productivos sectores agrícolas, es la salida obligada de Guayaquil hacia el norte, anclaje de los puentes y simiente del malogrado ferrocarril, pero también un lugar donde el alcantarillado solo alcanza al 40 % de la ciudad, el agua potable llega a poco más de la mitad de la población y donde abruma el empleo informal; nada de esto es atribuible al crimen organizado.
Apostaría a que en Durán, ahora también en las listas de las 10 ciudades más violentas del mundo, no importa mucho quién construya el 'Quinto puente'. Por sus barrios sigue habiendo basureros donde afloran las inmundicias y se entierran los sueños. Muchas manos llevan, muchas décadas, escribiendo la 'Canción triste de Durán', la ciudad inconclusa que no percibí desde el Malecón. Creo que los gobiernos nacionales, las prefecturas, los gobiernos provinciales, los ayuntamientos, la AME, el Congope y hasta el mismísimo sursuncorda deben a Durán reparación y disculpas públicas por su infinita orfandad.