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Roberto Aguilar: No a los amigos del narco

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Un “fuerte no” al narcotráfico y al terrorismo, así interpreta el embajador de Estados Unidos las elecciones

Vale lo mismo para políticos mafiosos, generales de Policía recién enriquecidos, abogángsters notables o narcoperiodistas de éxito: si la Embajada de Estados Unidos les retira la visa, el país entero puede estar seguro de que angelitos no son. Cuando alguien dice “al fulanito le quitaron la visa”, cualquiera sabe a qué atenerse. Es una de las pocas cosas en que los ecuatorianos estamos de acuerdo: la política de visas del imperio es la fuente más fiable de información a la hora de establecer quién es quién en el atlas (que no basta un mapa solo) de la corrupción ecuatoriana. No faltan los personajes que, teniendo la oportunidad de mantener en secreto esa humillación, son los primeros en cantarla a los cuatro vientos, indignados pero íntimamente orgullosos en nombre de la soberanía. Siempre hay pendejos.

Lo de esta semana vino de la misma fuente. Ocurre que Michael J. Fitzpatrick, embajador de Estados Unidos en el Ecuador, se pronunció sobre las elecciones del domingo y confirmó lo que muchos veníamos advirtiendo desde hace años: que la cosa estaba entre la democracia (en este caso representada por Daniel Noboa, cuyo triunfo el embajador celebra) y la mafia del narcotráfico (representada adivine el lector por quién). “El voto pacífico de la población -dijo el embajador- fue una señal clara y contundente, fue un firme sí a favor de la democracia y un fuerte no a los narcos, a los terroristas”. Si esto es interpretable más claro resulta lo que vino después: “Un no a los testaferros que lavan su plata, tuercen los procesos legales o corrompen a funcionarios públicos”. Nunca antes un embajador había sido tan claro a la hora de señalar a los políticos amigos del narcotráfico, vinculados con el lavado de dinero y agentes de la corrupción de la justicia. Y si lo dijo con tanta vehemencia es (lo mismo que con el tema de las visas) porque algo sabe: a ese nivel de la diplomacia no se habla por hablar.

Interpelado en su más profunda esencia de político corrupto, el expresidente prófugo, especialista entre otras cosas en “torcer procesos legales y corromper funcionarios públicos”, cabalmente, no pudo (no sabe cómo) quedarse callado. ¿Qué dijo? ¿Se indignó contra la intromisión política de un embajador extranjero? Nada de eso, no se atrevió. ¿Exigió explicaciones? Menos aún, es de suponer que las conoce y prefiere no oírlas. Simplemente, se hizo el gil. En otras palabras: pretendió pasar de agache. Puso un tuit con un enlace a las declaraciones de Fitzpatrick y un comentario muy característico de su humor caldoso: “Guillermo: tu embajador te habla”, seguido por la etiqueta #LosCorruptosSiempreFueronEllos (un reflejo pavloviano) y una carita sonriente que guiña un ojo. El emoticón lo delata: implica que no habla en serio. Cínico a tiempo completo, el expresidente prófugo banaliza hasta los muertos de esta guerra y se ríe del país. Él sabe perfectamente que cuando el embajador habla de narcos y terroristas, se refiere a los suyos.

Mientras tanto, en Guayaquil, el alcalde Aquiles Álvarez propone que el presidente electo lance una convocatoria nacional y se siente en la misma mesa con Jaime Nebot y Rafael Correa, es decir, que cometa el mismo error que cometió (y estuvo a punto de concretar) el presidente saliente Guillermo Lasso. Por poco que Daniel Noboa sepa escuchar los mensajes de la diplomacia, a estas alturas ya debería tener claro que con narcos no se negocia.