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Roberto Aguilar: Apoteosis de los cuates

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La obra de Daron Acemoglu y James Robinson contienen algunas claves para entender la miseria ecuatoriana

Lectura recomendada: el libro Por qué fracasan los países, cuyos autores Daron Acemoglu y James A. Robinson acaban de ganar, esta misma semana, el premio Nobel de Economía por sus aportes a la comprensión y valoración de las instituciones democráticas, no trata sobre el Ecuador. Pero contiene (en su análisis de algunos países vecinos de la región, como Colombia, Argentina y México) algunas de las claves más importantes para comprender la dimensión de nuestra miseria. 

De nuestra miseria política, se entiende, y la económica consecuente. Acemoglu y Robinson desarrollan, por ejemplo, el concepto del “capitalismo de cuates” para describir el tipo de economía (y sociedad) en la que el éxito en los negocios depende no de la libre competencia o de las capacidades de adaptación e innovación sino de las relaciones obscenas que se tejen entre empresarios y políticos. 

Es la diferencia entre la fortuna del estadounidense Bill Gates y la del mexicano Carlos Slim: el primero es un inventor que cambió el mundo; el segundo, nomás ha sabido hacerse de los amigos correctos en los lugares correctos. Los hallazgos de Por qué fracasan los países, desde luego, hacen quedar en ridículo a aquellos líderes populistas charlatanes que, en la vacuidad de su retórica, hablan de la existencia de “largas noches neoliberales” en países que apenas han logrado despegarse del régimen de hacienda.

En el desarrollo del capitalismo de cuates, Ecuador se encuentra en la fase superior. El punto en el que los capitalistas ya no solo buscan establecer un entramado de relaciones políticas que les permitan obtener una legislación, unas exenciones, unos beneficios y unas oportunidades de inversión que les permitan seguir lucrando, sino en el que los más audaces han decidido suprimir la mediación política y lanzarse ellos mismos a la conquista del poder para alcanzar las mismas ventajas sin tener que negociárselas a nadie. 

Con el poder en sus manos, Daniel Noboa se ahorra años de cabildeos para obtener una amnistía tributaria que le represente un ahorro de 60 millones de dólares: le basta con escribir un proyecto él mismo y mandarlo a la Asamblea como ley económica urgente. Que semejante abuso no haya escandalizado a nadie en el Ecuador es una prueba del enorme éxito que el capitalismo de cuates tiene entre nosotros. 

También la candidatura a la presidencia de Tomislav Topic, un empresario que amasó su fortuna obteniendo jugosos contratos públicos gracias a sus buenas relaciones (con el delincuente Jorge Glas, por ejemplo), es un ejemplo de capitalismo de cuates que busca suprimir las mediaciones políticas para tomar directamente las riendas del negocio.

El capitalismo de cuates es lo que identifica a Daniel Noboa con su aliado ocasional y constante, el expresidente prófugo. Ambos, cuando están en el poder, prefieren escamotear la mediación institucional que representan, por ejemplo, los gremios empresariales, para negociar directamente con grupos selectos de empresarios con los cuales hacer buenas migas y mejores negocios. En la informalidad de una reunión reservada. 

Noboísmo y correísmo son, así, modelos de regímenes oligárquicos de manual. Vistas a la luz de los estudios de Acemoglu y Robinson, las diferencias entre las tres candidaturas con más posibilidades de ganar las elecciones tienden a disolverse. Y el Ecuador, que prefiere a esos tres sobre los demás, aparece como un país donde el capitalismo de cuates ha llegado a un punto de desarrollo irreversible.