Roberto Aguilar | “Hay que agarrar lo que hay”

Estamos en las profundidades insondables del putrefacto pantano de la narcopolítica
Cuatro días antes de que la Fiscalía diera a conocer sus vergonzosos chats, aún tuvo el descaro de grabar un video desde el lugar en el extranjero donde se esconde (de la Fiscalía, de la mafia con la que todo parece indicar que hizo tratos, de su cochina conciencia, que lo atormenta…) reclamando para sí la condición de perseguido político, el muy gallito, y exigiendo “Justicia para Jimmy”. Se refiere a Jimmy Ruiz, su asesor, asesinado por sicarios el pasado 5 de noviembre, minutos después de reunirse con él (así quedó registrado por las cámaras de vigilancia) en el mismo vehículo donde lo sorprendieron los sicarios. Porque, claro, eso de reunirse en carros es común entre políticos y hombres de negocios, pregúntenle a Tony Soprano.
Hoy, gracias a uno de los chats publicados por la Fiscalía, sabemos que Augusto Verduga, que operaba en la sombra bajo el alias de Mónica Ertl y era, en ese entonces, Consejero de Participación Ciudadana, tuvo mucho que ver con ese asesinato. “Lamento todos los días no haberme olvidado de ese cheque”, confesó a su amigo Christian Anastasio, alias Pantera Negra, que estuvo con él esa misma noche reunido con Ruiz en su vehículo. “Te entiendo brother, no lo hiciste pensando que iba a pasar lo que pasó”, le tranquiliza el otro. Está claro que ambos saben cuál fue el móvil del crimen, que conocen la identidad de los asesinos y, en lo que respecta a Verduga, hasta siente el tormento de la culpa. Si tan sólo se hubiera olvidado de ese cheque, piensa y se lacera (las palabras son suyas). ¿En serio quiere “justicia para Jimmy”? Podría empezar por salir de su escondite, regresar al país, presentarse ante los jueces y contar todo lo que sabe. Qué cheque era ese, por ejemplo. Es lo que haría cualquier persona inocente. Él, en cambio...
Estamos en las profundidades insondables del putrefacto pantano de la narcopolítica, donde se asienta la estructura interna sobre la que funciona el correísmo. Dato estremecedor: Augusto Verduga era considerado presidenciable en ese partido. De hecho, como líder de la liga azul en el Consejo de Participación Ciudadana, era uno de los operadores políticos clave en su estrategia de poder. ¿En qué consistía esa estrategia de poder? Lo define con sesudas e inapelables palabras el intelectual orgánico número uno del partido, Andrés Arauz: “Hay que agarrar lo que hay”. Para eso, para “agarrar lo que hay” y cubrirse las espaldas existe el correísmo. Y como todo eso, por supuesto, tiene que ser secreto pues nadie quiere terminar prófugo o preso, el correísmo ha llevado hasta la perfección, como se advierte en los chats de Verduga, el más insólito de los conceptos políticos: el de la clandestinidad en el servicio público.
Así como los chats del mafioso Leandro Norero, publicados en diciembre de 2023, pusieron al país frente a la impactante realidad de la narcopolítica (cuya existencia era por todos conocida pero que, hasta ese momento, nadie había visto de frente), los chats del obsceno granuja de Augusto Verduga son la cruda revelación de algo que ya sabíamos que ocurría pero no habíamos visto en acción: el partido político que opera como cartel, con el único propósito de agarrar y esconderse, de espaldas al más elemental sentido del interés público. El correísmo, ya no puede caber la menor duda, es la cueva de canallas inmorales y delincuentes más perniciosa que ha producido la historia de esta República.