Roberto Aguilar: Inutilidad del voto útil
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Manipulación la de la candidatura oficialista y medios afines: terminar convirtiendo nuestro voto útil en útil para un señor
¿Cuál es la utilidad del voto útil? Bueno, eso siempre ha estado claro: depende de la elección. Y de la persona, naturalmente. Todos los ciudadanos quisiéramos que nuestro voto fuera la representación ideal de nuestros principios y valores; quisiéramos tener la oportunidad de votar con convicción por alguien a quien creemos y que nos representa. Pero en democracia, que no deja de ser un sistema imperfecto por el hecho de ser el menos imperfecto de los sistemas, no suelen ocurrir así las cosas. En la gran mayoría de los casos tenemos que votar a regañadientes por un candidato que no termina de convencernos pero que resulta ser la mejor de las alternativas disponibles para evitar que gane otro que directamente rechazamos. Es lo que se llama votar-por-el-mal-menor y ocurre en todo el mundo, no sólo en el Ecuador. Eso es el voto útil y nos lo sabemos de memoria: solemos ejercerlo sobre todo en las segundas vueltas. Consiste en darse cuenta de que el voto no es una declaración de principios sino una herramienta; para hacer declaraciones de principios mejor escribimos un manifiesto, que tiene la ventaja de no ser secreto.
Sin embargo, en esta elección asistimos a un fenómeno muy particular con respecto al voto útil. Ya desde antes de que empiece la campaña vivimos bajo el intenso un bombardeo mediático al que nos tiene sometidos el Gobierno a través de sus medios (reales e imaginarios: muchos de ellos no son más que un tipo en un computador), sus periodistas afines (voluntarios o alquilados) y su inmensa maquinaria de trolls y agentes digitales difusores de informaciones falsas, que si a algo recuerda es al aparato similar montado por el correísmo para comernos el coco. Entre todo ellos se han inventado (o algún consultor político de Carondelet lo hizo y estos nomás repiten la consigna) un novedoso concepto de voto útil. Ciudadanos, nos dicen: ahorrémosle al país los 40 millones de dólares que cuesta la segunda vuelta y resolvamos esta elección en la primera. ¿Quiere usted parar al correísmo? Vote por la única candidatura capaz de hacerlo. Vote útil, vote Noboa.
Artera manipulación que termina convirtiendo nuestro voto útil en útil para un señor, cuando lo suponíamos útil para el país, para la democracia, según nuestra propia visión de país y nuestras propias convicciones democráticas. Por supuesto que detener al correísmo es una prioridad para cualquier demócrata, pero hay algo que no marcha bien cuando el candidato que se atribuye la representación del anticorreísmo es uno que nunca lo encarnó, que pactó con los correístas cuantas veces le hizo falta y que está dispuesto a repetir hasta el último de sus caprichos autoritarios, como por ejemplo tener un ejército de trolls y violar todas las leyes electorales durante todos los días, sin excepción, desde que arrancó la campaña. En esas circunstancias, la única posibilidad de ejercer un voto útil para la democracia, no para el sabido de turno, es votar por otro diferente a las propuestas autoritarias. Cualquiera de los dos candidatos que encabezan las intenciones de votos sería, si llega a ganar en primera vuelta, indetenible: recibiría esa victoria como un cheque en blanco que nos va a pasar factura y va a pesar sobre la democracia. Así que eso: gastemos nomás los 40 millones que cuesta la segunda vuelta y votemos por las opciones democráticas, que un par por lo menos sí hay Esa es la mejor versión del voto útil.