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Roberto Aguilar: Se les cayó el ‘lawfare’ de las manos

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Admitamos que es cierto, que Correa no conocía a Pólit en 2007, cuando lo nombró. Pero enseguida se hicieron íntimos

20 de mayo de 2011: el contralor general del Estado, Carlos Pólit, “pide al Señor Presidente que se le otorgue 15 minutos al mes para mantenerlo informado de varios temas, en la ciudad y el lugar que el presidente disponga, y ratifica su lealtad”. Extraña declaración para venir de un juez de cuentas. Que el controlador haga profesión de lealtad al controlado no es normal y resulta bastante revelador sobre el tipo de relación que los unía. Una relación que se edificaba sobre gestos incompatibles con la naturaleza de sus funciones y que sólo puede ser descrita recurriendo al término “complicidad”. Por ejemplo: “El contralor solicita que el señor presidente le dé los nombres” para “los cargos de auditores internos de alcaldías y prefecturas”. O también: “El contralor pide que el señor presidente le dé el nombre para director de la Contraloría de Manabí, lo necesita con urgencia, previamente se lo ha pedido al doctor Alexis Mera pero la candidata sugerida no cubre las expectativas del puesto”… Las citas están tomadas del denominado “Resumen de informes”, un registro diario de comunicaciones que forma parte de los archivos de la entonces secretaria presidencial Pamela Martínez (no el cuaderno de los sobornos) y que el medio digital Código Vidrio ha publicado en estos días para refrescarnos la memoria.

Que no lo conocía cuando lo nombró, ha salido a decir el expresidente prófugo luego de que un tribunal de Miami encontrara culpable a Carlos Pólit de los seis cargos de corrupción por los que fue juzgado, incluido lavado de activos. Que lo hizo porque Lucio Gutiérrez se lo EXIGIÓ (así, con mayúsculas), escribió un intelectual orgánico del correísmo, tan leal como el mismo Pólit, leal hasta la enajenación mental, hasta la más pura y radical burricie. Y un coro de los de su especie ha salido a repetirlo. Porque claro, Lucio Gutiérrez era el que le decía a Correa cómo son las cosas: se lo EXIGIÓ y se lo continuó EXIGIENDO, pistola en mano, durante los siguientes diez años; pobre Correa, obligado a mantener un contralor que nunca quiso, un contralor que enriqueció a medio gobierno, vaya desgracia, y al que tenía hasta que nombrarle los auditores y los directores provinciales, ¡qué fastidio!

Admitamos que es cierto: no lo conocía en 2007, cuando lo nombró. Pero no tardaron en hacerse íntimos. Para 2008, ya tenemos a Pólit desvaneciéndole una glosa a Rafael Correa, como también recuerda Código Vidrio, una que arrastraba desde sus años de holgazán y pringoso pipón (1998), por 23 millones de sucres (equivalentes a 230 salarios básicos de la época) que robó al Ministerio de Educación, donde tenía un nombramiento y cobraba sin trabajar. ¿Fue esa la primera glosa que desvaneció el contralor 100 sobre 100? ¿Surgió en ese momento el rentabilísimo negocio de exigir sobornos a cambio de desaparecer responsabilidades penales o administrativas? Con el tiempo, Pólit y la estructura delictiva que montó Correa en Carondelet llegarían a perfeccionar ese sistema hasta el punto de que ya ni siquiera necesitaban glosas para sobornar a los contratistas del Estado, bastaba con inventárselas. Así juntaron el dinero suficiente para financiar diez años de campañas y mantener hasta la fecha al expresidente prófugo viviendo sin trabajar en Europa, viajando por el mundo rodeado de guardaespaldas.

Que no lo conocía: finalmente lo dijo. Cuando recurren a esta salida el expresidente prófugo y los babosos de sus intelectuales y chupamedias orgánicos es porque han quedado desarmados: se les cayó el ‘lawfare’ de las manos, no termina de cerrarles el cuento de la persecución política, en fin, no se les ocurre nada.