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Roberto Aguilar: El prófugo miente como respira

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Muestra de descaro: acusar a gobierno que heredaron el déficit que produjo el suyo, de no haber construido una hidroeléctica

Todavía el delincuente prófugo que ocupó la Presidencia de la República es capaz de inventar algo nuevo para sorprendernos. Después de diez años de abusos y saqueos y ocho más de contaminar con odio y con mentiras inauditas el debate público nacional, todavía se da modos para alcanzar nuevas y cada vez más extravagantes cotas de cinismo y desvergüenza. Su última ocurrencia: responsabilizar a Daniel Noboa (y sólo a él) de la ley ‘No más apagones’ que la Asamblea Nacional, con el voto unánime de la bancada correísta (es decir, con su aprobación expresa y directa porque no hay nada que ese grupo de obsecuentes empleados suyos haga sin su visto bueno), aprobó el 10 de enero de este mismo año. Y decir, además, en el colmo de la impudicia, que esa ley, que deja intacto el monopolio estatal del mercado de la energía eléctrica consagrado en la Constitución que él se mandó a hacer a la medida, es “una ley privatizadora”.

Otra muestra de descaro: acusar a los gobiernos que heredaron el enorme déficit que produjo el suyo, de no haber ejecutado el fantasioso Plan Eléctrico que él, junto con el aun más ratero Jorge Glas, diseñó en sus delirios. Plan eléctrico “donde se establecía -dijo en una entrevista reciente- la hidroeléctrica que había que construir cada año”. Vaya jeta: se fue saqueando hasta los fondos de la seguridad social y ahora se indigna porque sus sucesores no construyeron una hidroeléctrica anual. Por no hablar de lo que se robó para financiar la vida regalada que él y otros prófugos de su partido se dan, sin trabajar, en el extranjero, y por lo menos treinta años de campañas millonarias. Canalla indecoroso e indigno, tratando de sacar réditos políticos de la crisis que nos legó mientras se mueve (y conspira) entre dos continentes con nuestra plata.

“Mentir constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira sino garantizar que nadie crea en nada”, escribió no hace un mes en su cuenta de X, atribuyéndose la autoría de la idea (no es lo primero que roba ni será lo último). Acababa de descubrir, en un meme, a Hannah Arendt. Él mismo ha pasado la mitad de su vida llevando esa máxima a la práctica, mintiendo constantemente hasta disolver el límite entre la verdad y la mentira, hasta poner en duda incluso los hechos que constan a todo el mundo.

En Montecristi diseñaron un modelo que impide la participación privada en el mercado de la electricidad con el argumento de que los servicios públicos y lo que llamaron “sectores estratégicos” no pueden estar en otras manos que no sean las del Estado. Aunque el Estado tenga un déficit fenomenal, como es el caso. Aunque tengamos que vivir con apagones. Los privados no pueden invertir en proyectos de generación energética, no pueden siquiera generar la suficiente electricidad para autoabastecerse porque la electricidad es un sector estratégico. Y, dependiendo de quién sea el negocio, no tener electricidad resulta más estratégico que tenerla. Así de absurdo.

El pecado de Noboa es haber conservado intacto ese modelo estatista precisamente porque necesitaba mantener su alianza dizque de gobernabilidad con el correísmo. Hoy, es el correísmo el primero en criticarlo. Miente el prófugo no para convencer a nadie sino para enrarecer la conversación de tal manera que toda verdad resulte incierta. Sólo eso le garantiza un espacio para seguir inundándonos con su odio.